viernes, 22 de mayo de 2009

Leda García Pérez (Costa Rica)

Desolada

Hoy le hablo a la pared
y al cuadro de las flores
que mira mi tristeza y la comparte
y al rostro que no existe
y al hijo que se fue
y extraño tanto
y al dolor de ser sombra
y al temor de olvidar que no lo fui.
Hoy me amanecen miedos
en la cama silente
y sus voces persiguen
mis insomnios
y el corazón galopa
en la certeza de saberse perdido
y me traiciona
con su golpe final.
Hoy supe que vivir
fue un juego temporal
en el que todos pierden.
Tendré que envejecer
con mis fantasmas.

La muerte no responde, está en camino.

O todo o nada

En el ir y venir de las tormentas
hay un instante,
uno solo,
en el que el viento y yo
somos lo mismo.

En esa comunión hay sacrilegio,
cuerpos trenzando
los instintos
en el celo animal
de sus infiernos diarios
porque un reloj delata
los minutos de trigo
que nunca serán pan.
La culpa cotidiana
se arrodilla en la cama
y me castiga.
No volveré a ser sombra
me repito.
No volveré a ser sombra…

Prefiero ser la amante
de un hombre que no existe.

La vida es como yo, o todo o nada.

La muerte prevista

Alguien buscó una vez el agua oculta
en las lejanas piedras del milagro
que nadie vio nacer.
Recorrió nuestra tierra
y llegó tarde.
La muerte innecesaria
cabalgaba en sus gotas pregoneras
y la selva vestida de cemento
elevó su trofeo criminal.
Nadie vivió para aplaudirle.

Vigilia por el agua

Tengo la sed del caminante
que recorre la tierra y se desmaya
cuando busca en la patria de los sueños
el agua necesaria.
Cada gota se agota
en el recuerdo del río que envejece
sin milagros peinándose en las piedras.
No hay tesoros de líquidos placeres
escondidos en cuevas de bonanza
para saciar de verde el horizonte.
La muerte nos vigila
con su aridez de playa ausente,
yo escapo de su ira y me detengo
para beber la última esperanza.

Monólogo de la patria

Reclamo mis herencias
porque me duelen piedras y ventiscas,
porque en el pan que falta cada día,
un niño eternizado
intenta borrar inútilmente
la sonrisa del hambre
y se lastima.
Los rezos se agotaron
y las migas...
Por eso reclamo las lunas
que se fueron
y el aire dominante
de montaña coqueta
que prefiere el sombrero de la tarde
para olvidar que el verde
tiene sombras.
Hurgo despierta
en los escombros
de la que fue mi casa,
tu casa,
recojo la semilla
desgranada de soles
y la esparzo en los campos
mientras la lluvia
aplaude
por tanta penitencia
y nos perdona.
Mi casa,
tu casa,
palidece de verdes
en el ojo sencillo
del labriego
que encorva en sus secretos
la mirada naciente.
Qué verdes sus pupilas
cuando la luz
invade su esperanza
con un hijo de soles
en la entraña.
Qué verdes!
Por eso en mis reclamos
lagrimeo por los verdes
que murieron
y exijo nuevos verdes
en la montaña herida
y muchos panes diarios
en la boca de todos
y exijo que regresen las lunas
incendiarias
para salvar mi casa,
tu casa.
Por eso me rebelo
contra los innombrables
que se roban lo nuestro.
Desde el hogar incierto,
un niño eternizado
espera su milagro
y una niña de verdes latitudes
le regala su pan.
Mi casa,
tu casa,
nuestra casa,
se redime y camina

1 comentario:

  1. Leda, mujer extraordinaria. Poeta extraordinaria. Mis saludos, para vos, desde la mesopotamia Argentina.

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