viernes, 22 de mayo de 2009

Amanda Pedrozo Cibils (Paraguay)

No sé si me entendés

-Detrás del cuchillo y prendiéndose de mi vestido ella, pobrecita, me miraba y sonreía contenta y sobre todo por fin tranquila, no sé si entendés eso Alfonso pero deberías más que nadie, pensá que se trata de la nena y acaso no sos hijo de mujer o es como dicen que una perra te tuvo y después a tu madre le cambiaron el hijo... -la voz de Margarita sonaba cansada, como los que imploran sin decir "por favor".
-Anotá Silguerio lo que escuchaste, que me decía eso la supuesta victimaria con el cuchillo lleno de sangre presumiblemente de la víctima, que me está repitiendo lo mismo que me dijo en el lugar de los hechos y asentá eso en el parte policial que ya sabés que será cabeza de proceso, che ra'y, anotá y andá aprendiendo que después los viejos baqueanos nos morimos y ustedes los jóvenes de ahora nos reemplazan antes de que estiremos del todo la pata, la ley de la vida. Y bueno, doña Martarita estaba, como vamos escribiendo, con el arma homicida o sea, la agarramos in fraganti y autoconfesa a más de que hay que poner que a ojo se contaban 22 puñaladas pero el forense tiene que confirmar eso y ellos ko katuete encuentran más clavadas cuando revisan al occiso, eso también tenés que aprender. O sea, asentá alevosía también y agravante porque había olor a caña y dos botellas ahí al lado de la mesita donde ella le sorprendió presumiblemente después de haberle emborrachado con evidente intención de achurarle. Agregá premeditación, Silguerio.
-Ella no me pidió que haga esto, porque es una criatura che rey pero no te das cuenta... si la nena me contó es porque no podía soportar más, vos creés que yo no iba a ser más criminal si dejaba que ella siga pasando por eso. Pensé bien y no estoy procurando que me dejés ir ni faltés a tu deber ni nada, pero quiero que entendás porqué voy a parar a la cárcel. Porque ni un hombre tiene que le defienda pobrecita, ni uno solo que haga lo que tiene que hacer un arriero si tiene huevos. Todos sabían en la familia che karai, también su paíno y sus tíos, sus vecinos, hasta el pa'i, el intendente y el comisario o sea vos, para qué vamos a ir lejos, y ni uno solo que la ampare. Si creés que soy criminal decímena quién es más... sólo quiero que me mirés a la cara, que me digás que estoy limpia de este pecado y que hice lo que ninguno de ustedes se animó, porque lo que maté no es un hombre que merece vivir sino un chancho, un sorete al que todos se le ponían de cuatro por cobardes y nada más...
El dactilógrafo volaicito se rió tapándose con una mano la boca. -Cállese pendejo de mierda -le dijo el comisario, puso más fuerte la radio y encendió un cigarro -y lleve al baño a ña Margarita para que se asee pero ponga en una bolsita de hule su vestido porque es evidencia y que la suboficial Cañete le preste alguna ropa. Después la lleva al calabozo a la espera de la orden de traslado al Buen Pastor.
El dactilógrafo no sabía si levantarse o no, la mujer lloraba y se refregaba las manos en la parte de arriba de la ropa, como si hubiese trozado un pollo y se estuviese limpiando con el delantal. -Sáquela de mi vista -le dijo el comisario y ella murmuraba: "no sé si me entendés..."
En la salita de al lado comenzaron a sonar los pasos de una criatura. Asomó la carita por la puerta y una mano, más la punta de un tapadito azul. -Papá, ¿y mi abuela? -preguntó la nena.

Mala madre

Los diarios dicen la verdad, los diarios no mienten y si exageran un poco es sólo para que las cosas sean más lindas o dramáticas. Por eso no voy a negar lo que hice, porque soy fanática de los diarios como vos, Fidelino, y por eso siempre leemos de mañanita temprano juntos. Que es como decir que me leés todo lo que sale en las páginas de policiales mientras yo te sebo mate y te escucho embelesada, a veces después del mate te corto las uñas de los pies porque para eso soy tu señora y así de paso me seguís leyendo y somos tan felices.
Además, ya pensé bien y si niego lo que hice no va a significar nada porque igual no van a creerme. Pero no fuiste vos, en realidad cómo una madre va a matar a sus hijos, me decís y se te marcan los hoyuelos como siempre cuando te pesa algo y me decís que estoy loca porque quiero besarte en ese momento y es que sos tan lindo. Yo quiero explicarte Fidelino que sólo pretendía que me quieras como antes, que no podía aguantar más que pongas primero en la vida a tu mamá, esa perra que te trata como si fueras su hombre o como si yo no existiera. Seguramente porque nunca tuvo macho propio tu mamá sueña con recuperarte para ella y me odia, no importa que haya bañado tan bien a mis hijitos ahora y les haya puesto una velita blanca a cada uno entre las manos para encomendarles después al Angel San Gabriel.
Vos sos mi marido y eso nadie quita pero ya no me hacés caso y qué querías que hiciera si sos lo primero en mi vida y vas a seguir siendo. Aunque ahora me estés mirando así tan mal y me estés diciendo que nunca me vas a perdonar lo que hice y me contés llorando que yo no puedo ir al cementerio con ustedes y otras vez decís que no me vas a perdonar nunca. Pero enseguida me rogás que te diga que no fui yo -no y mil veces no, Yolanda, decime que no sos mala madre, vos que eras tan buena y tanto que les querías -pero yo no puedo darte el gusto, por primera vez no puedo decirte lo que me pedís que diga porque vos sabés bien, siempre me dijiste que los diarios no mienten, Fidelino.

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