Vidrieras: 1492-1992. 
“triste de fiestas”, Rubén Darío.
En La Exposición universal de Sevilla 
las plumas de nuestros grandes pájaros
el ñandú criollo  el cóndor andino  los loros multicolores
el colibrí  el churrinche  el quetzal  las aves del paraíso
no vuelan ni coronan a nadie
Se exhiben   entretejidas  con aquellos mismos
viejos repetidos espejitos 
No les importa el punto de vista : 
si  Descubrimiento  Exterminio 
Encuentro de dos mundos
Allí sólo importa la alharaca la parranda
la compra venta la ganancia
Los visitantes son conducidos
por una ciudad inteligente, cibernética
diseñada para el festejo
tréboles de carreteras mecánicas 
paredes con memoria
puentes a control remoto
trenes a la velocidad del pensamiento
- y se vanaglorian -
Mientras, en las afueras de la Exposición
se oye una palabra nueva
 sudacas  nos llaman  
Remembranzas
Había huelga de hambre 
entre los mexicanos
no admitían el festejo, humillaba
Sonaban incesantes tambores de guerra 
como aquéllos de la noche triste
y los de las noches más tristes que siguieron
los pisos y las paredes del Templo mayor azteca 
ahí, abajo mismo de la Catedral
recordaban  la sangre  los gritos 
como en  Cuzco con los incas ,  a traición 
quisieron acabarlos
como acá  -mucho después-  en el arroyo Salsipuedes
con los charrúas:  no quedaban bien,  eran chusma
como "cristianos viejos" debíamos  ser 
de pura cepa criolla
- que no quedara memoria sobre la tierra -
En una Gran Exposición, en un  Museo  sí  podían estar 
en exhibición  en show  - así sí -
y que todos paguen para ver
- “esas posaderas sentadas para arriba” -
Ausencia
Qué hacer a qué dioses llamar 
cuando hasta las palabras 
se subastan al tráfico de las influencias
cuando el alma se mide por rating
y  se la denomina “producción de imagen”
desgastado todo, qué quedaría de la tierra
qué quedará de nosotros
Encontrarlos ahora  - en este 1992 - 
que nos hacen una falta sin fondo
al borde de una mañana clara definitiva
al indio viejo a mi abuelo a César Vallejo
Reencontrarnos 
el aliento las yemas de los dedos las historias
cosernos unos a otros los costados
ir formando una trama una bandera  un poncho un ala
con los huérfanos de las conquistas y las guerras
con los vencidos los saqueados los refugiados los exhibidos
- qué menos - 
No te preocuparías más Vallejo, 
de guardar pancitos  por si acaso
 No habrías tenido tampoco abuelo
que  trabajar  por dos cobres 
en la compañía de ferrocarriles
para los ingleses
cómo me duele  - abuelo -  justo  a vos
como a todos  como a cualquiera   
- pero a vos -
que te calcularan el tiempo que tardabas en orinar 
y te lo descontaran ,  los ingleses
para que las cuentas les dieran
les dieran qué    les dieran cuánto
No habrías sido encerrado entre cuatro paredes
de una cárcel  - así sin más -   por ser quien eras
por ser quien se es,   Vallejo
Nadie se convertiría  -como ahora-  en mercancía
en hazmerreír al uso de la época
en mendigo  en gracia de turistas o televidentes 
“esas  posaderas sentadas para arriba”
Formar una trama una bandera un poncho un ala
un salvoconducto un refugio, 
así tampoco nadie iría por el mundo 
sintiendo que llegó antes y tiene estrella y escudos
y que es dueño de tierras de hombres y de señales
Vellón
El cuero de la res, su vellón 
colgado al aire  
para secarse sacarse los restos de vida
de recuerdo,
una pieza de puzzle 
recortada sobre el azul intenso
sobre el verde oscuro
intercambio de sitios.
El cuerpo será velado en vinagre 
durante la noche
facilita el cocimiento mejora su gusto.
La cabeza del cordero casi intacta colgando del cuero 
esa cabeza veía berreaba era feliz
en los cuentos de mi madre, 
en la memoria de esos cuentos.
Se recortaba sobre una pradera celeste, 
había una oveja que se distraía
un cordero que se aventuraba. 
Sobrevenía la pérdida  la búsqueda  el ahogo compartido
yo pedía siempre ese cuento
su principio despreocupado su final feliz
su angustia  su derrotero calibrado
un  puzzle cercenado incompleto
la idea de la desaparición insostenible
a no ser por su naturaleza de cuento
a no ser por la felicidad final del reencuentro.
Sobre  el cordero caía la culpa siempre cae la culpa
el rayo de dios la intemperie cósmica
“cordero de Dios que quitas el pecado del mundo
 ten piedad de nosotros”
ahora colgando de un árbol de un poste.
Medir el sufrimiento desde ese cuero memorioso 
o desde la madre eglógica
buscando en cada foso del terreno 
a su hijo perdido.
Se suceden noche a noche 
las ovejas blancas rebosantes de lana
las madres que buscan a sus corderos
perdidos de Dios 
de la piedad de Dios
de la piedad de los hombres.
El cordero asado a fuego lento su sacrificio 
los invitados y los parientes de los invitados
observan al cordero estaqueado deprivado horizontal 
en medio de risotadas brasas cenizas.
El cráneo reseco como mascarón de proa terrestre
en medio de un mar verde.
La oveja encontraba al cordero en el final del cuento de mi madre
topaditas de abrigo de lana de vellones de letras de balidos.
La madre del cordero asado busca al cordero desaparecido
los invitados y los parientes de los invitados no la ven no la oyen
o parece
Ella no sabe que repartieron en porciones humeantes la culpa
ni quién se llevó al cordero quién traicionó
el final del cuento de mi madre
quién repartió en porciones la culpa
quiénes silenciarán lo que supieron, lo que saben todavía.
viernes, 22 de mayo de 2009
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El poema del cordero de Sivia Riestra es impresionante , triste, triste es la búsqueda infructuosde la oveja mayor.
ResponderEliminar-El poema a Vallejo, toda el trabajo y la humillación sufrida...pero valió la pena y el poema a la superficialidad de esta época inclemente... valla, cada época tiene sus inclemencias características, solo unos cuantos saben vivir en la esencia del propósito verdadero...
Saludos
Agnieszka M. R.F.