viernes, 22 de mayo de 2009

Agnieszka Malgorzata Rybarczyk (Polonia)

Ciertos son los ojos de la verdad...

Estrellas negras
nacen
de las de siempre
y ennegrecen mas
hasta volverse blancas
sobre un cielo de indescifrable color...
¿Será cielo acaso?
sobre el patio de una supuesta casa,
quizás refugio de sobrepuestas magnitudes
o un viaje fuera del tiempo y evidencia ,
donde se dice que alguien vive
o su recuerdo,
porque sola ronda una sombra sin rostro
y desprende un extraño olor
a flores de tiempos que deshabitan memorias
de la actual humanidad.
Nadie sabe,

la verdad fue vejada
por los extraños lenguajes de ocio
de los pueblitos borrados de la tierra,
sin embargo
ciertos son los ojos de la verdad:
para descifrar su mirada...
primero hay que encontrarla.

Disimuladas heridas

Las meretrices llevan
la disimulada herida
en su humillada humanidad por sus mismas uñas rojas:
sus repetidos actos de muerte destilan, concentran
la soledad multiplicada,
compensada por un pesado dinero que viene y se va, se va.

Encontrados parásitos sentimientos
nadan por los pasillos de su sangre
hasta llegar a su distorsionada forma
de mirar los días...

Ella
se convence a si misma:
hay un modo, una salida del hoyo existencial:
...hundirse hasta el fondo en el,
pero no existe fondo ni buen final ...

El claustro se abre y la atrapa
por cada hora vuelta un impío siglo sin sol,
¿cuando se podrá quitar el sello que iba ser transitorio?
- tal vez una mañana que nunca llegará...

El esqueleto de la vida

Vacío túnel de escasa luz,
el eco de mi tacón punza el pensamiento,
la duda inclemente en cada paso
en dirección sin cierto final...

De pronto viene el esqueleto de la vida
por el reluciente pasillo sin rumbo, tan mío;
camina erguido
se acerca...

ruego callada desapercibida pasar,
nos cruzamos,
él con esa mirada en sus ausentes ojos,
con esa pregunta sin voz...

¿Que haces en mi morti-vita, rondando mis rutas?

Sigo
y al fin salgo de ese túnel sin final
por la invisible rendija de liberación
al no buscar mas raros caminos que llaman.

La dentadura desde su vaso

advierte mi presencia
adquiriendo una especial severa expresión
para que desista y abandone el lugar;
cuenta con mi susto repentino
para su ósea satisfacción,
sí, lo consigue
mas no se lo hago saber.

Firme a mi propósito sigo buscando
lo que nos pertenece en ese aprisionante lugar

mientras tomo pastillas contra el dolor del alma colectiva
rechazada por la tamizadas elites
y un cepillo para acomodar
la descabellada razón de la justicia
que descansa apacible
sobre la almohada del soborno.

Las bailarinas se despojan

de sus prisiones -cajitas musicales,
vuelven a las hojas de su historia non scrita
y hoy la escriben con sus piruetas,
sus zapatitos empapados de verde tinta
cargados de esperanza transformada
en este futuro presente al instante…

Las danzarinas olvidaron enterrar algo del ayer…
al cadáver del rencor por los estáticos suplicios vividos,

cambian el vestido de blanca pureza a rojo de sangre real e hirviente

que salpican a las caras de los autores de sus prisiones sin días

(las encantadoras cajitas musicales)

esas que les negaron su libertad.

Se hunde el cielo

hasta la última nube
en este charco de sangre civil.

Las calles
territorios de caza,

donde lo que calzas o te adorna
puede ser la diferencia entre ser y no ser.

Callan otorgando derechos
a estos prójimos de dudosa naturaleza.

Se hunde el cielo
hasta la última nube…

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