viernes, 22 de mayo de 2009

Anna Arent (Polonia)

Carmencita

Me llamo Carmen y no tengo dignidad.
Nací en un basurero granadino.
Mi madre,
como yo,
era una puta.
No tenía vergüenza.
Bailaba desnuda
en la catedral de San Rafael.
Le gustaba a todos.
Incluso el sacerdote de la catedral-
-tres veces tuvo ganas de despertarse entre sus pechos.
Tengo 16 años y nunca he sido virgen.
Je ne regrette à rien.
Me encanta facilitarte el camino al infierno.

Madre

Mis hijos
serán fuertes y crueles,
lo bastante ardientes
para acabar lo que empezaron
sus bisabuelos.

Mis hijos
no vacilarán
sólo si no hubiera más remedio,
harán uso del arma
que yo misma les he dado.
Si no hubiera más remedio
ellos mismos administrarán justicia.

Mi eventual dolor
no tendrá efecto sobre ellos,
los fieles hijos de Falanga.

Justificaciòn de un loco

No sentía remordimientos.
Su cara fue a poniéndose azul.
¿Y yo?
No sentí completamente nada.
Ni remordimiento.
Ni vergüenza.
Ni placer.
Ni nada.
En los libros sobre los asesinos
escriben mucho sobre la satisfacción sexual,
traumas de infancia
bla bla bla...
Mucha gente sueña con entrar,
incluso para unos minutos,
en la mente de un loco
para ver cómo es estar completamente loco.
¿Cómo es?
¿De verdad quieres saber?
Yo nunca he sentido remordimientos.
Ni placer.
Ni nada.
Como si fuera un maniquí
conducido por las manos de Dios
que quizá ni siquiera existe.
Como si viviera en el mundo sin Dios
o procediera de la tribu
que lo mató.
Eso es estar loco.
Loco por y para todos.

Endorfinas

Te asusto.
Todo que está en mi cabeza
evoca tu miedo.
Soy la única responsable.
Siempre lo he sido.
Debería sentir un montón de remordimientos,
pero no siento nada.
Sólo un gran éxtasis
de verte humillado,
en las rodillas,
soñando con joderme
incluso si pudiera ser tu hermana.
Los dos no podemos vivir
sin endorfinas.
Hay solo una diferencia:
yo no tengo remordimientos.

Malinche

Me llamo Malintzín.
Soy la que todos odian y quieren olvidar.
Muchas veces quería morir,
desnuda, herida, humillada.
Pero no tenía bastante coraje.
Contaba contigo,
mi dulce Suerte
en el vestido de Dios de Oro.
Me diste nueva vida,
peor que la anterior,
una de violación y de tortura
llamadas al nuevo capítulo de mi diario.

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