viernes, 22 de mayo de 2009

Susana Reyes (El Salvador)

Álbum de niñas con abuela (fragmentos)

Solo quedan las fotografías
Una aventura de sal y la cuna de tu boca

Bajo el ángel un sueño postergado
una mano que no fue
y el abismo hecho de silencio

*

Recogí las postales
las fotos de niña
todas en un rompecabezas
de ladrillo y sangre

Reinventé una ciudad
a partir de tiras y lágrimas
calles empedradas, esquinas bulliciosas

Intento seguir aquí
acaricio las fotos el recuerdo
reconstruyo…

*

La ventana
mira la ventana
detrás de ella aquel tren estacionado
aquel tren de bahareque y hueso
la claridad de octubre
y tu rostro en penumbra

*

Las cartas bajo la raíz del árbol
la niñez escrita en el invierno

Las noticias eran escasas
sueños de papel en un inventado anonimato
semillas de tinta y tierra en las manos inquietas.

*

Un perro negro cruza la calle
La ciudad y sus sonidos
se cuelan bajo mi pecho

El perro ladra y en su lenguaje
conversa con mis humillaciones

Y te recuerdo niña
en una ciudad diezmada por el tiempo
en una ciudad que pertenece a tu olvido
que de noche soñó con luces y fiestas
que no supo contener tus pasos
de colores brillantes y gotas de lluvia
de casuarinas y cunetas rotas

Una ciudad de aves canturreando
una ciudad de motores apremiantes
con niñas en bicicleta y con gaseosas
con perros y niños de polvo y ruido.

*
Detrás de la niña en la foto
duele el paisaje de infancia
un río corre
y en noche de invierno crece

La abuela se desvela
acariciando con su mano
el ruido que avanza

Ha de haberle tenido miedo a los puentes caídos

Sabe callar
cuando el corazón cruje
y se abalanza en un llanto atávico sobre ella

En la tarde sola, camina la niña en ese paisaje sepia.
Ninguna calle dijo nada de su nombre
Ninguna calle se reconocía a sí misma

Dentro de ella, se cuecen la prisa
los techos marrones los callejones anónimos
La ciudad observa
conoce el vacío y el dolor de lo perdido

Aquí está la primera piedra
…quizás en una foto que imagina de familia
y asoma a la puerta de tres generaciones olvidadas

*

Venías con octubre en los labios
con el corazón hecho una bóveda
con el tropiezo de los días.
Te sentabas como un perro
que espera al amo ausente
a quien oye en sueños llamarlo en la llanura
Compartías la mesa
con el gesto de los niños hambrientos
con la angustia del vagabundo
Llorabas como llora el mar en la madrugada
Te acostumbraste a desprender una luz
(que te mata cada noche)
porque te acostumbraste a su dolor
a un incómodo resplandor en las entrañas
a su forma de amar y acomodarse
y te sabes fuerte
porque eres capaz de tragar luz y no llorar.

*

Intenté atrapar con la red de los sueños
aquella casa que construías cada noche
ahí te sentabas en el corredor amplio

más allá
una sábana de nubes y un volcán
el valle de cobre era solo una prolongación del sueño
la espuma de las fábricas
la nieve insólita de esta latitud
tu cansado corazón
un solitario recuerdo de la infancia en el país lejano
mi necedad de verte en la terraza
el olor de la tarde de invierno

todo ello es tu casa, la única,
la que guardo en este desordenado hangar que palpita.

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