viernes, 22 de mayo de 2009

Dolors Alberola (España)

Solo motivo para la geometría

Cruza el halcón la luz en un silencio trémulo,
dibuja geometrías y, en el aire,
un resplandor de plumas testifica su sombra.
Es un río moviendo el color de lo opaco,
un pincel que devora la inmensidad y la hace
ser parte de su peso que, ingrávido, te mira.
Te está mirando y leve se abalanza
al resplandor dorado de tu torso.
Va bajando ligero y cada vez más cerca
presiente tu calor. Clava sus hierros
sobre tu carne y muere.
Sólo tú eras, desnudo,
el único motivo de su vuelo.

I

Ya hemos vuelto de nuevo al invierno de la lluvia.
Tocamos la gran piedra y su alquimia
nos redujo a cenizas.
De nada sirve, pues, la espesa tundra
de pensamientos firmes que tuvimos.
Hemos bajado al cálculo, nosotros,
los que erigimos torres
y fingimos silencios previamente.
Nuestras manos comienzan a diluirse, empero,
no quedó ningún verso capaz de pervivirnos.
Hemos vuelto al silencio,
al oscuro exactísimo que nadie deseamos.
Las gacelas no vierten sus más ligeros pasos
y hace un frío de vidrio que penetra los huesos.
De regreso al lugar donde nos sobra el nombre,
nosotros, los oscuros, no tenemos ya tiempo.
Los hijos, espantados, huyeron tercamente
y sólo somos miedo en las horas nocturnas.
Hemos vuelto a verter, entre la falda
pútrida de la tierra, nuestras viejas pasiones.
Aquí yacen ahora los más deseados pechos,
las narices perfectas de algún actor de moda,
los pinceles secretos que guardara el pintor
más dentro de sus ojos,
la moral predilecta de algún hijo de Dios
cuyo hábito podrido nos muestra los jirones
de la ambigua materia.
Aquí se desparraman niños,
vaginas no tocadas convierten en caminos
de larvas su pureza,
se desafora el pánico de no ser más besado,
se diluye la fe
como en un territorio de dioses pequeñísimos
que corroen la carne, impunemente.
Hemos vuelto de nuevo al jardín del invierno
a convertirnos tercos en suicidas rosales.
Si existe el jardinero que cuide nuestros tallos
habrá llegado tarde,
la nieve de la duda ahogó todos los cálices
y en el lugar secreto de la corola muerta
flotan lágrimas frías.

No hubiera amor más grande

He visto los mejores cerebros de mi
generación destruidos por la
locura, famélicos, histéricos, desnudos,
(Allen Ginsberg)


Ese de cuya sangre emerge la condena,
el que veis, ahí, muriendo, casi deshecho y frágil,
es mi padre.
Me niego a confesaros que lo fue
porque su carne vieja,
su mirada podrida, es la de un hombre.
Y es su muerte mi muerte, es mi condena.
Él, que apilaba imperios de sonrisas,
que acariciaba el mar y agarraba en la noche
pedazos de fantasmas que le amaban,
ahora, es sólo un fantasma.
Mi padre es el fantasma que recuerda
que sí existe la muerte, que es un cáliz,
que es un pozo fatal, que es otra cosa
distinta a esta desgracia de ser hombres
condenados a esto. Este que veis aquí,
tendido ante la sangre de mi sangre,
este cristo llagado que, sin nombre,
babea y nada puedo a su costado,
es un muerto de amor, es otro muerto.
No toquéis esos ojos de mi padre,
no enturbiéis su presencia,
dejad que en su crueldad ame la muerte
como me amara a mí,
encendida de pus en la mañana.

Regreso de Sodoma

Como el perro que gime al contemplar al amo
y ladea la cola y husmea en la vertiente;
como el perro que sabe que está escondido el hueso
y escarba, escarba, escarba en el pasado,
intentando mirar hacia las cosas
que ya no tienen fechas.
Lo mismo que ese perro
que se muere de frío en un camino
y los hombres suceden y lo miran,
pero no ven el daño. Lo mismo que ese can,
veo pasar la muerte, es una niña
que viene de Sodoma, como si aún tuviera
una antorcha encendida; la ciudad
tiene ya un nuevo nombre y otras casas
que se vienen cayendo como antaño.
Lo mismo que el lebrel
que persigue a la niña y va lamiendo
esa mano pequeña capaz de reventarlo,
lo mismo que esa fiera reducida,
que ese torpe animal, ya sin memoria,
que ese que fuera lobo y ahora, dócil,
se tumba sin comer y mira, miro,
y la muerte, la niña,
me tiende una sonrisa mientras palpa
mi testuz con la mano que pudiera ser de ángel.

La muerte, esa chiquilla que aún viene de Sodoma
como si nunca el dios quisiera perdonarnos.

Los perros de Jezabel

Estaban las murallas, esa tarde de campo estaban las murallas. Caminaba desnuda. La ciudad era otra, cambiante, más al sur, más antigua en el tiempo, quién sabe, o acaso más profunda. Ella estaba desnuda. Los perros la seguían por las viejas ruinas de una ciudad grandiosa. Las teselas brillaban bajo sus pies descalzos. Un perro se acercaba lamiéndole los pies, el viento hacía lo mismo con las hojas de acanto que, moviéndose, jugaban con la sombra. El mar era una llaga palpitando a lo lejos. Su silueta emergía detrás de la muralla como un copo de escándalo. Los perros aullaban. A su llegada todos acudían en ruedo. Desnuda y confiada se sentaba en el centro y vibraba en sus labios la canción que había aprendido de boca de unas lobas, más adentro, mar adentro quizás, en lo profundo de algún sueño de brujas. Cada perro, ordenado su gesto, se tumbaba. La ciudad, más moderna, o acaso menos dada a la belleza, seguía su trajín, llena de coches, vehículos ruidosos que cruzaban la tarde. Un humo espeso desprendía sus gasas sobre las ruinosas escalas de aquel templo. Ella, desnuda, en medio de unos canes que nunca morderían sus huesos. La muralla, sólo era, a pedazos, un marco diferente. Jezabel, no era ése su nombre.

Claribel Alegría (Nicaragua)

El muro de las sonrisas

Cuando el amor se aja
se marchita
se te vuelve amarillo
no hay remedio
sólo te queda
la sonrisa.
Cuando te sientes sola
entre sus brazos
y tu piel es frontera
y no te brota el llanto
sólo te queda
la sonrisa.
Cuando te sientes sola
entre sus brazos
y tu piel es frontera
y no te brota el llanto
sólo te queda
la sonrisa.
Cuando el canto se oxida
y el paisaje
y todo lo vivido
es un espectro
tu único refugio
es la sonrisa:
ese muro cerrado
impenetrable
sin ayeres
sin hoy
y sin mañanas
donde todos los sueños
se hacen trizas.

Soy espejo

Brilla el agua en mi piel
y no la siento
corre a chorros el agua
por mi espalda
no la siento
me froto con la toalla
me pellizco en un brazo
no me siento
comienzo a vestirme
a tropezones
de los rincones brotan
relámpagos de gritos
ojos desorbitados
ratas que corren
dientes
aún no siento nada
me extravío en las calles:
niños con caras sucias
pidiéndome limosna
muchachas prostitutas
que no tienen quince años
todo es llaga en las calles
tanques que se aproximan
bayonetas alzadas
cuerpos que caen
llanto
por fin siento mi brazo
dejé de ser fantasma
me duele
luego existo
vuelvo a mirar la escena:
muchachos que corren
desangrados
mujeres con pánico
en el rostro
esta vez duele menos
me pellizco de nuevo y ya no siento nada
simplemente reflejo
lo que pasa a mi lado
los tanques
no son tanques
ni los gritos
son gritos
soy un espejo plano
en que nada penetra
mi superficie
es dura
es brillante
es pulida
me convertí en espejo
y estoy descarnada
apenas si conservo
una memoria vaga
del dolor.

Ven conmigo

Ven conmigo
subamos al volcán
para llegar al cráter
hay que romper la niebla
allí adentro
en el cráter
burbujea la historia:
Atlacatl
Alvarado
Morazán
y Martí
y todo ese gran pueblo
que hoy apuesta.
Desciende por las nubes
hacia el juego de verdes
que cintila:
los amantes
la ceiba
el cafetal
mira los zopilotes
esperando el festín.
«Yo estuve mucho rato
en el chorro del río.»
explica la mujer
«un niño de cinco años
me pedía salir.
Cuando llegó el ejército
haciendo la barbarie
nosotros tratamos de arrancar.
Fue el catorce de mayo
cuando empezamos a correr.
Tres hijos me mataron
en la huida
al hombre mío
se lo llevaron amarrado.»
Por ellos llora la mujer
llora en silencio
con su hijo menor
entre los brazos.
«Cuando llegaron los soldados
yo me hacía la muerta
tenía miedo que mi cipote
empezara a llorar
y lo mataran.»
Consuela en susurros
a su niño
lo arrulla con su llanto
arranca hojas de un árbol
y le dice:
«mira hacia el sol
por esta hoja»
y el niño sonríe
y ella se cubre el rostro de hojas
para que él no llore
para que vea el mundo
a través de las hojas y no llore
mientras pasan los guardias
rastreando.
Cayó herida
entre dos peñas
junto al río Sumpul
allí quedó botada
con el niño que quiere
salir del agua
y con el suyo.
Las hormigas le suben
por las piernas
se tapa las piernas
con más hojas
y su niño sonríe
y el otro callado
la contempla
ha visto a los guardias
y no se atreve a hablar
a preguntar.
La mujer junto al río esperaba la muerte
no la vieron los guardias
y pasaron de largo
los niños no lloraron
fue la Virgen del Carmen
se repite en silencio
un zopilote arriba
hace círculos lentos
lo mira la mujer
y lo miran los niños
el zopilote baja
y no los ve
es la Virgen del Carmen
repite la mujer
el zopilote vuela
frente a ellos
con su carga de cohetes y los niños lo miran
y sonríen
da dos vueltas
y empieza a subir
me ha salvado la Virgen
exclama la mujer
y se cubre la herida
con más hojas
se ha vuelto transparente
se confunde su cuerpo con la tierra
y las hojas
es la tierra
es el agua
es el planeta
la madre tierra
húmeda
rezumando ternura
la madre tierra herida
mira esa grieta honda
que se le abre
la herida está sangrando
lanza lava el volcán
una lava rabiosa
amasada con sangre
se ha convertido en lava
nuestra historia
en pueblo incandescente
que se confunde con la tierra
en guerrilleros invisibles
que bajan en cascadas
transparentes
los guardias
no los ven
ni los ven los pilotos
que calculan los muertos
ni el estratega yanqui
que confía en sus zopilotes
artillados
ni los cinco cadáveres
de lentes ahumados
que gobiernan.
Son ciegos a la lava
al pueblo incandescente
a los guerrilleros disfrazados
de ancianos centinelas
y de niños correo
de responsables de tugurios
de seguridad
de curas conductores
de cuadros clandestinos
de pordioseros sucios
sentados en las gradas
de la iglesia
que vigilan la guardia.
La mujer de Sumpul
está allí con sus niños
uno duerme en sus brazos
y el otro camina.
Cuénteme lo que vio
le dice el periodista.
«Yo estuve mucho rato
en el chorro del río.»

Tamalitos de Cambray
(5,000,000 de tamalitos)

A Eduardo y Helena que me
pidieron una receta salvadoreña.


Dos libras de masa de mestizo
media libra de lomo gachupín
cocido y bien picado
una cajita de pasas beata
dos cucharadas de leche de Malinche
una taza de agua bien rabiosa
un sofrito con cascos de conquistadores
tres cebollas jesuitas
una bolsita de oro multinacional
dos dientes de dragón
una zanahoria presidencial
dos cucharadas de alcahuetes
manteca de indios de Panchimalco
dos tomates ministeriales
media taza de azúcar televisora
dos gotas de lava de volcán
siete hojas de pito
(no seas mal pensado es somnífero)
lo pones todo a cocer
a fuego lento
por quinientos años
y verás qué sabor.

Andrea Álvarez (Venezuela)

Y me atrapan…

Esos ojos que flotan
entre las cuencas vacías.

Sus cuerpos
en otro ciclo, parsimoniosos.
Semejan árboles en otoño
mecidos por los presagios del viento
-siempre en un mismo sitio-
Se doblan.
Los dobla la quietud de su silencio.
Se doblan en siete
como jinetes del Apocalipsis
con un cataclismo en cada hueso.

Sus piernas tiemblan,
se arquean
se arquean y caen
de rodillas.

También yo me arrodillo
como si el lamento
de toda la miseria del mundo
me arrastrara con su sombra.

Tránsito a la nada

Agolpados en silencios abstraídos
todos los ojos enfocan
la gran caverna
Esperan
El monstruo
que devora kilómetros
asoma, se detiene
y por sus fauces abiertas
traga los cuerpos aglutinados,
pegados a si mismos
adheridos a los otros.

Alguien roza mi trasero
se cimbra mi templo
de huesos, carne y ansiedad.

Finalmente
un destino compartido hacia la nada, al vacío
sin una sonrisa benévola
donde macerar nuestros hastíos

Reos

En guarismos cualquiera
los dialectos apilados se conjugan.
La virtud humana se enajena
antagónica al presagio de sus reos.
Barrotes
hombres
bestias
Trasfondo azul de desteñido estiércol.
Se acuartelan las injusticias
que simulan escarmientos.

Disemina su sombra el arbitraje,
es monólogo de quietud que la resigna.
Es la obscenidad claustral de un fogonazo
en una lágrima madre.

Se aleja y allí queda
la sangre de su sangre en cuarentena.

Quizás sea eutanasia.

“os convocan a la guerra
para que toméis posesión de esa tierra,
a la que dais vuestro sudor, pero que os niega
sus frutos porque habéis consentido
con vuestra sumisión”
Tierra: Ricardo Flores Magón


Ya preparé el sepelio a mis dudas.

Es éter la mortaja.

Pagué con cada cuota de mi aliento
al viento enterrador de mis mañanas.

Soplaron sus euforias
hacia el fogón del cielo.

Me han calcinado viva.

Soy polvo en las ventiscas
inmoladas
al viento mis semillas.

De púrpura los ojos.

Prendida en las sombras de la aurora
agitan las tinieblas.

La ira ondula sobre un pergamino de llanto
y desde el ínfimo albor de sus candiles
la golpea.

Fuego iracundo de alma
contra la integridad de su esencia .

Enclaustrada en sus propios escollos
la cólera invidente
remonta la expectación de su mundo
desde un ojo purpúreo en la tiniebla
que suele ser un grito de la noche
a expensas de un cobarde
que deja caer su sombra
sobre la luz del sosiego.

Se esparce en dobleces e injusticias
mientras ella oculta
su contusión de ojos y purpúreo silencio.

Aliméntame

La tierra tiene sangre,
sangre negra
y venas y piel y fruto.

El hombre
un sentido de reproducción
sobre todas sus planicies.

Pero también tiene –intuyo-
un hoyo metálico en la boca del estómago,
hambre
y mucha soja para mitigarla.

Exquisitos manjares de hidrocarburos
al plato.

Nichos de explotación

No sólo quieren caudales.

No sólo les exprimen las vísceras
para sacar oro de sus entrañas.

También les encajan
un estilete en el ombligo -Al nacer-
una estampilla de azogue
con cuyo filo
les hipotecan el alma

Nadie ve nada
Nadie escucha nada

La muerte es una sombra millonaria.

Anna Arent (Polonia)

Carmencita

Me llamo Carmen y no tengo dignidad.
Nací en un basurero granadino.
Mi madre,
como yo,
era una puta.
No tenía vergüenza.
Bailaba desnuda
en la catedral de San Rafael.
Le gustaba a todos.
Incluso el sacerdote de la catedral-
-tres veces tuvo ganas de despertarse entre sus pechos.
Tengo 16 años y nunca he sido virgen.
Je ne regrette à rien.
Me encanta facilitarte el camino al infierno.

Madre

Mis hijos
serán fuertes y crueles,
lo bastante ardientes
para acabar lo que empezaron
sus bisabuelos.

Mis hijos
no vacilarán
sólo si no hubiera más remedio,
harán uso del arma
que yo misma les he dado.
Si no hubiera más remedio
ellos mismos administrarán justicia.

Mi eventual dolor
no tendrá efecto sobre ellos,
los fieles hijos de Falanga.

Justificaciòn de un loco

No sentía remordimientos.
Su cara fue a poniéndose azul.
¿Y yo?
No sentí completamente nada.
Ni remordimiento.
Ni vergüenza.
Ni placer.
Ni nada.
En los libros sobre los asesinos
escriben mucho sobre la satisfacción sexual,
traumas de infancia
bla bla bla...
Mucha gente sueña con entrar,
incluso para unos minutos,
en la mente de un loco
para ver cómo es estar completamente loco.
¿Cómo es?
¿De verdad quieres saber?
Yo nunca he sentido remordimientos.
Ni placer.
Ni nada.
Como si fuera un maniquí
conducido por las manos de Dios
que quizá ni siquiera existe.
Como si viviera en el mundo sin Dios
o procediera de la tribu
que lo mató.
Eso es estar loco.
Loco por y para todos.

Endorfinas

Te asusto.
Todo que está en mi cabeza
evoca tu miedo.
Soy la única responsable.
Siempre lo he sido.
Debería sentir un montón de remordimientos,
pero no siento nada.
Sólo un gran éxtasis
de verte humillado,
en las rodillas,
soñando con joderme
incluso si pudiera ser tu hermana.
Los dos no podemos vivir
sin endorfinas.
Hay solo una diferencia:
yo no tengo remordimientos.

Malinche

Me llamo Malintzín.
Soy la que todos odian y quieren olvidar.
Muchas veces quería morir,
desnuda, herida, humillada.
Pero no tenía bastante coraje.
Contaba contigo,
mi dulce Suerte
en el vestido de Dios de Oro.
Me diste nueva vida,
peor que la anterior,
una de violación y de tortura
llamadas al nuevo capítulo de mi diario.

Gioconda Belli (Nicaragua)

Llegada por avión a Nicaragua

El canto del viento me recibe
en la noche de Managua.
Tantos que murieron de amor
se pasan secretos en la oscuridad.
De la ciudad se alza un susurro
que se hace brisa
y mueve las ramas de los árboles.
Desde el avión
la ciudad es como un cielo lleno de estrellas que titilan.
Azul y ocre la pequeña metropolis se extiende
como un cielo yacente sobre la tierra
-¿por qué titilan las luces de Managua?-
He visto las noches de tantas ciudades desde el aire
y ninguna parpadea como ésta
Son las ramas, me digo,
Almendros y robles de los boulevares
Agitando sus brazos sobre las luminarias
para crear el espejismo que busco resolver
desde la butaca del avion que me trae de nuevo
al resplandor de mi pasado.
Aquí una vez se alzó un pueblo como un puño
a tomarse el futuro.
Todo eso se posa sobre mi mente mientras la nave desciende.
Allá, en aquel trecho del aeropuerto, aterricé yo un día
llegada del exilio y la vida del despatriado.
Ese mismo asfalto me vio llegar también
cuando la pista estaba iluminada por candiles
en tiempos de la guerra y la necesidad.
Las pequeñas lámparas de aceite iluminando la ruta
como una metáfora encantadora, triste, pero colmada de desafío.
Tanto pasado se acumula en mi corazón
que a veces siento que no tengo sitio para el presente
Mucho menos éste presente descarnado y fofo,
este presente sin presencia,
un presente donde la ausencia de cuanto fue
es el agujero negro de ese cielo yacente donde se posa
el boeing que me trae.

A la hora de embarcar este vuelo
he visto reírse a los sobrecargos del avión
comentando la cantidad de equipaje de mano que han tenido que acomodar.
Uno llega a la puerta de salida del vuelo a Managua
y sabe que ha llegado a otro país.
Los pasajeros son dicharacheros y van siempre recargados
Se apiñan en la puerta de salida a la hora de abordar
como si temieran quedarse sin asiento de no estar de primeros en la fila.
Las mujeres van hermosas, bien adornadas, porque saben que estará toda su familia a recibirlas, queriendo ver si les asentó el viaje, si lucen distintas, más guapas, si traen ropa nueva.
Siempre pienso en Cortázar y en su descripción del viaje al país de los cronopios.
Esos dulces habitantes de la inocencia y la espontaneidad.
Nicaragua es el país de los cronopios.
Uno sabe que ha llegado ante de llegar
por todas estas señales que menciono
y que a mí sólo me multiplican el amor y la nostalgia
por esa desfachatez
con que cualquiera que no quiere caminar
largos pasillos en aeropuertos extraños,
pide una silla de ruedas.
Cuando llegan los vuelos de Managua
hay una larga fila de empleados de la aerolínea esperando el pasaje
cada uno con una silla de ruedas
como si el avión acabase de llegar de un país de inválidos.
Yo me sonrío
e imagino a la mujer diciéndole a la vecina
la estratagema que usará para transitar por el aeropuerto descomunal
sin caminar un paso o preocuparse de nada.
En tiempos de la revolución muchos aplaudían cuando el tren de aterrizaje
rechinaba contra el suelo.
Ya no se aplaude pero la excitación no decae
Pocos llegan a su país con tanto entusiasmo como mis paisanos
Pocos viajeros en el mundo hoy día son recibidos con tanta algarabía
por las familias apretujadas contra el vidrio del salón de desmbarque donde se reclama el equipaje
Todos están allí lanzando besos, alzando brazos no más divisan al que han extrañado,
ese mismo, esa misma, que sale oculto detrás de incontables maletas gigantescas
donde infaltablemente vendrán regalos para todos.

Es pobre mi país
pero brilla como un cielo caído al descuido sobre la tierra,
un cielo como un tapete mullido
dulce, juguetón, como el abrazo de un niño.

Carga cerrada
Potpurri poético

He oído la lengua de mis antepasados en sueños.
He visto sus figuras en habitaciones confusas
que solo puedo nombrar con el habla ajena
de quienes para siempre los confinaron
a la región de las sombras.
No entiendo sus palabras
pero en los sueños se alargan como palmeras
brillan como las plumas del Quetzal.
¿Cómo habrán sido los mercados en Tenochtitlán?
el pregón de los vendedores de penachos de papagayo,
la voz de la mujer ofreciendo quequisques o yuca
la sombría voz del vendedor de papas?
¿Con qué palabras sonando a río o aguacero
se declararían el amor el héroe del juego de pelota
y la muchacha dulce con las cestas de jipijapa?
Las palabras de los pueblos se parecen a sus montañas
y a sus lagos
se parecen a sus árboles, a sus animales.
¿Cómo sería la lengua que hablaría de los ceibos
y los jaguares
de la luna incandescente y ecuatorial
de los volcanes erectos?
He oído la lengua de mis antepasados en sueños,
en habitaciones confusas que sólo puedo describir
con la lengua del despojo.

Nicaragua, mi amor,
mi muchachita violada
levantándose, componiéndose la falda
grita se pone brava furiosa
parece mentira cuanta bulla mete y como resiste
aviones minas pirañas maldiciones en inglés
discursos sobre cómo bajar la cabeza
y no se deja se suelta pega carreras
y allá va el General la colina los cohetes reactivos
las columnas verdes avanzando sembrando
haciendo ingenios de azúcar
rios de leche casas escuelas
viento que sacude el miedo
nacimos para esto
reimos por esto
entre dientes andamos la rabia y la esperanza
no nos dejan no los dejamos
ni a sol ni a sombra
pais chiquito pero cumplidor
Nicaragua lanza, lanzada, atrevida, chúcara, yegua
potreros de Chontales donde Nadine sueña caballos percherones
y soñamos en surtidor
tenemos una fábrica de sueños
sueños en serie para los descreídos
de aquí nadie sale sin su arañazo en la conciencia
nadie pasa sin que le pase nada
país de locos, iluminados, poetas, pintores
carne y hueso de gente que acierta y se equivoca
que prueba y vuelve a probar

Este país me somete a su pasión, a su locura
a la droga de tardes incendiarias
donde volcanes caminan horizontes abajo
sin que nadie los detenga
Este país suda sus mediodías luminosos
para que yo crea en la torva perversidad de su belleza,
para que no levante el sudario resplandeciente de sus paisajes
y vea a la muerte traficando huesos bajo mis narices
Embadurnada de lágrimas me tiene este país
Sale la luna alfanje a descabezar luciérnagas
los grillos cantan notas de sopranos imposibles
Los vientos alisios revientan olas invisibles en mi balcón
Pero ya no hay belleza que me engañe
ni arrullo que me haga dormir

Managua,
Sal en la herida
Garras
En carretas de bueyes
bajan despedazados árboles
hacia anónimas piras funerarias
Transeúntes oscuros ambulan orillas
bordeando muertes involuntarias
En la esquina
el hombre agita billetes bajo el sol
De lentos buses
se desgaja la gente como racimos
piernas se mezclan con picos de aves
que cuelgan defenestradas, yertas
Trabajosamente se abre paso
la arena el cemento
el obrero amarra pañuelos sobre la frente
del mediodía
El taxi de las mil reparaciones
rueda sobre el caucho desigual
Distraído el chofer se detiene
donde mejor le parece
Sal en la herida
una ciudad con cientos de peatones
sin pases indicados para ellos
Los carros a toda velocidad
la mujer con el niño cruza la calle
Cierra los ojos
LLegar al otro lado es tan incierto
Pero se hace hábito la incertidumbre
Hay que correr. El niño se lanza sobre el parabrisas
con el trapo sucio, mojado
fingiendo ignorar el desprecio
La anciana con el cartelón sobre el pecho
Muestra sus piernas su rostro
carcomido por el hambre y la mendicidad
Sal en la herida
Garras.
Laberintos para no mirar.
Desde mullidos asientos, el radio
el aire acondicionado, el celular
La vida es otra para otras
Las fuentes. Las luces de neón.
Flor de Caña, Coca-Cola, Cerveza Victoria.
Los cigarrillos. La rotonda de los vicios.
La catedral atrás espera esconderse un día
tras un bosque de palmeras
En el centro del esplendor ir de compras
Mas tarde ir a rezar por los que no alcanzaron
el umbral iluminado del centro comercial
Rezar es cómodo. La catedral es fresca y silenciosa
No se oye llorar, ni los frenazos, ni el niño atropellado.

Qué suerte la tuya de estar muerto Carlos Fonseca
que suerte que la tierra te proteja y te ciegue
que ningún Nazareno impertinente pueda decirte ya
Levantate y Anda
que sea sólo poesía la frase de Tomás
de que sos de los muertos que nunca mueren.
En el Motastepe la grama borra las siglas del FSLN
pero es más lo que se ha borrado, mucho más
la ceniza de tantos sueños se alza hoy en espirales
sobre el verdor siempre igual y feroz de Nicaragua
pero también es algo más que los sueños
lo que se ha hecho humo
lo que se ha muerto y a diario nos persigue con su olor a carroña.
Ojala que las hormiguitas no te lo cuenten
Que el pueblo te arrope en su pobreza
y te proteja hasta de nosotros mismos

¿Dónde escondo este país de mi alma
para que nadie más me lo golpee?
Nicaragua herida sangra lodo
por las llagas abiertas de su corazón?
¿Quién te sanará país pequeño?
¿Quién te protegerá?
¿Quién después de la cólera y el trueno
te cantará una canción de cuna para apaciguarte
para que volvás a tener fé
y te alcés sobre verdes montañas
a divisar el horizonte?
Mi tierra de fuego y agua
hablaste con voz ronca de país endiablado
Shhhhhh, callate ya paisito cansado de llorar.
¿Quién le canta una canción de cuna a Nicaragua?
Empecemos. Hagámoslo todos.
Hagamos la claridad
en este nuestro país
suelto en llanto.
Dormite Nicaragua
Dormite mi amor
Dormite paisito
de mi corazón.

Del libro Fuego soy apartado y espada puesta lejos, Editorial Visor, Madrid 2007
Selección de la autora

Marquesa Mercedes Alba Benítez (Finlandia)

La Guerra

La guerra me tocó los hombros
me echó al suelo
degolló mi garganta
con balas y cuchillos
me dejó balbuceando sonidos metálicos
despojos de esperanza
hay un veneno azul turquesa
en mi almohada
apuntando
al animal herido de mis sienes.

Tarea de fin de semana

Este sábado y domingo
contar los pajaros
que miran el atardecer
sobre los cables
contar perros callejeros
contar a los que exigen pan
no cerrar los ojos
no bajar la cabeza

Soy un hombre-mujer perfecto

Soy un hombre-mujer perfecto
La sangre de mi pecho es fruta
pan y vino
mas fuerte que los hombres de la guerra
sobrevivo a sus muertes
cada cuarto menguante
cada centímetro de mi cuerpo
me multiplico humanidad
que guarda los tesoros del océano
en mi sexo
que todo lo predice.

México lindo

México está en mis tenis desgastados
cuando limpio la oscuridad de mis manos
sin rechinar los dientes,
ahora que juego al exilio
en un país de nieve
Sin título
Sujeto este temblor sin nombre
mi corazón contra la tierra;
la huida de una muchacha que no fue violada
en la película de moda,
yo convertida en tropezón.
Cuántas veces más el corazón contra la tierra sin morirse.

Duermo entre niños que venden chicles

Duermo entre niños que venden chicles
que tragan fuego, que dan la infancia por un peso
que hacen maniobras con galaxias y cometas
en las esquinas.

Mis pies

Mis pies deshechos son de piedra cuando
una furia infantil crece y crece sin parar
cuando no hay quien constate mis pasos sobre
las tinieblas…

Delirio sin nombre

El fin de su mundo fue la última gota de whisky,
sus zapatos de tacón despintados y su esqueleto embriagado,
lo que quedó de una mujer,
su rostro amarillo y una carta sin nombre su única
identificación.
A la hora de su muerte la jefa de enfermeras la dio de alta
con el número 00971.

Los intelectuales

Si odio el carro último modelo del patrón, sus camisas de cien dólares, está de más, dicen los intelectuales, si maldigo a sus hijos que estudian en París y a su perro que va a la escuela, si escribo que mi salario no alcanza para ir al cine, ni para el dentista de mi madre, no importa dicen.
Yo ignorante tercermundista, escribo con mi segundo grado de desnutrición, lo que ya está dicho, lo que nada importa, dicen.

Me llamo esperanza

Crezco en una casa de cartón, calzo huaraches de plástico apretados,
mi selva es un foco rodeado de insectos que se alimentan de mi sangre, cada mañana, salgo de la noche que gotea luciérnagas sobre mis vestidos viejos, dice mi hermano que soy la loca del barrio.

Mi padre

Mi padre es ese señor de camisa vieja, el que siempre paga contando sus últimas monedas, de niño nunca tuvo un perro, ni una habitación propia, trabaja de siete a ocho, siete días a la semana, es ese viejo que camina, como yo.

Perdida

No hablo inglés en California, y me llaman accidente nocturno, mujer no identificada, soy una dirección en español que nadie entiende pensé que ya era invisible, muda, hasta que espanté a un gato que se acariciaba con la luna en el barrio latino.
Sujeto este temblor sin nombre
mi corazón contra la tierra;
la huida de una muchacha que no fue violada
en la película e moda,
yo convertida en tropezón.
Cuántas veces mas el corazón contra a tierra sin morirse.

Mi historia

Déjame decirte la historia de mi cuerpo; esta herida temblorosa
se llama corazón, tuve piernas no estos tornillos metidos a la fuerza,
brazos, no esta velocidad mecánica, una espalda, no esta muleta vieja.
Mi sombra fue el universo al caer el día bajo tu mirada.

Cuando salia del cine y de mis diecisiete años,
todos eran sospechosos, no hubo denuncia,
solo un grito que no acaba y un morete que
aun arde entre las piernas.

Ya tengo el rostro, el pecho, el corazón de mujer
sobre vuelo el mundo, rebaso mi alba-atroz
ya casi soy un descubrimiento del mundo.
…pienso, digo, grito….

No es cierto que soy una vieja sola, abandonada, fui un hombre de fuego, en el desamor un desierto que florece, sin cansancio la mano que perfila el horizonte, una y otra vez la alegría.

A los treinta años

Mi soledad de cantera dobla sus rodillas ante la lenta combustión de mis deseos, amanezco a diario manicomio de palomas ciegas, refugio olvidado que muere de hambre.

Créanme

este vientre fracturado
también tiene su historia.
Dibujo flores azules color sangre
niños haciendo de la luna un papel urgente
para retrasar el desmayo de mi piel
para llevar la cuenta de los desaparecidos
y no reconocer mis entrañas acribilladas
ni mi cuerpo.

Lucrecia Cossio (Argentina)

I

Entonces, papá cantaba dos palomitas…
junto a mi cama.
¿Quién ha cortado?
Cuando al fin sentía que los ojos se cerraban,
acostaba mis párpados,
tus bellas alas
para que el sueño, los llevara.
Recuerdo a los óstracas
atrapados en el limbo….
paloma
Recuerdo, en las playas de la antigua Argentina,
al hombre de pie
(que ve marcharse al alma por las abiertas
bocas de nácar)
Ha detenido
Entonces….las lapas aferradas
al acantilado de la nuca,
las caracolas y caracoles,
asidos a los pliegues y agujeros de mi ropa
tu vuelo.

II

Buscaré mi rostro
nuevamente.
Abriré los gajos de
temerosas vigilias
sobre el hecho de muerte
de las clasificaciones.

Papá escapó a la noche

Se quedó junto a mi cama,
mientras cruzaban
sus pies, la frontera
mamá me dejaba
jugar con los collares
de la cajita a lo alto del estante,
(la de flores azules)
en el ropero de espejos biselados.
Ahora es ella quien me besa,

abriéndole las puertas
a la luna

La noche lo lleva a cuestas
Estalagmitas talladas en eclipse,
piedras como grosellas facetadas,
Durante las horas quietas
de jarabes y de fiebres
de siestas y ponientes…
Papá cruza la frontera,
Oruro lo oculta
entre los infinitos caireles
del universo.
Cantaré a las calles nuevamente,
regresarán los óstracas
a mi cuerpo.

III

Ernesto no respira
Apenas esboza una mirada
de arroyo
en el ritmo desesperado de sus
bronquíolos,
profundamente rebeldes
y mágicamente equivocados.
Para esos ríos en plena quebrada
del territorio de sus pulmones
lo vieron recoger gotas del aire
en hojas del Chapare,
aquella tarde.
Lo vieron alimentar a un niño
con pétalos de pasionaria
y arrojarse a la muerte,
una y mil veces
abrazado a la higuera
del precipicio de
nuestra Latinoamérica

Regresó...
del sudor de la frente y el hedor a bagazo

Regresó sin saberlo
del agua con que lavaron su sangre
para que nadie la viera.
¿ Quién querría hermano, morir en una escuela,
con cada izamiento, todos los días ?
¿Acompañarse a la tumba,
por un agente de la C.I.A.?
Señor que duermes:
Contra toda naturaleza,
queremos despertarlo.
Contra la década del silencio
queremos respirarlo.
Tan solo unos cuantos combatientes,
atrapados en la selva,
para devolvernos su rostro
para poder siquiera nombrarlo
(queremos despedirnos)
porque nadie ha logrado
inscribirnos la leyenda:

Ernesto no respira

Silvia Delgado Fuentes (España)

Manuela Díaz

Manuela Díaz viajó con sus nueve hijos
en una carreta desvencijada.
Como única pertenencia: el rosario de plata.
Manuela Díaz, mujer espléndida,
en tu espalda está la marca
de trabajos ejecutados con nobleza,
en tus manos están las cicatrices
y en tu frente el sudor
esculpe tristezas,
ni una sola alegría

Manuela Díaz, nueve hijos
(la docena si tres no hubieran muerto al parirlos)
te acompañan al exilio,
te miran manejar el carro
con sigilo
y tienen hambre
y tienen sed
y es tan grande la costumbre
y es tan feroz la rutina de no comer
que callan mientras cantas
.... por no desfallecer.

Manuela Díaz, experta en todos los oficios.
No tiene para dios ni un solo reclamo,
enmudece, tu voz, si pretende quejarse,
manejas hacia alguna parte donde puedas
ganar el jornal que os sacie el hambre.

Manuela Díaz, lavandera, campesina, bordadora.
Manuela Díaz, cocinera, sirvienta, partera
Manuela Díaz prostituta, puta ramera,
Manuela Díaz, mesalina de tercera.

Manuela Díaz, aún no tienes para dios ni un solo reclamo
y manejas el rosario con el convencimiento de las beatas
y te duelen los pechos demasiado transitados
y te duelen los orgasmos ajenos
y te duelen tus nueve niños
mirándote recoger lo que queda sobre el jergón
de los placeres pagados.

Te duele la vida, Manuela,
te duele, ser mujer,
en este mundo sin sitio.

Canción inútil para Palestina

Traigo una patria entre mis brazos,
una patria sucia de pólvora y ceniza,
una patria llena de fantasmas.

Traigo una patria entre mis brazos,
no lavéis su sangre con azufre,
si vais a esconder el crimen
dejadme llorar junto a las larvas,
dejadme llorar con ella y sin sus pájaros.
Con ella,
si.
Con ella hasta la muerte.

Traigo una patria entre mis brazos,
traigo toda su hambre y sus puñales,
su llanto de estepa,
sus cadáveres tatuados.
Traigo a un dios ahorcado
entre los senos de esta tierra desahuciada,
antes de arrebatarme los cadáveres
dejadme llorar.
Dejadme.

Nanas de rodillas

Este niño tiene sueño
pero no puede dormir
cuenta en voz alta los cadáveres
uno, dos, tres.... cuatro mil.

*
Duerme, pequeño,
aún tienes tiempo,
duerme, te digo...
Se acercan
con los corazones repletos de larvas
las conciencias sucias,
podridas.
Entran a saco,
para esparcir los cuerpos,
para esparcir los huesos,
para esparcir la vida.
Es una noche sin piedad ni farolas,
una noche que no tiene prisa,
otra noche que no termina.

*
Duerme pequeño,
duerme, te digo,
con los ojos cerrados
y de luto vestido
creerán que estás muerto
y sólo a mí, pasarán a cuchillo.
Duerme, pequeño,
duerme, te exijo.
Hazte el eterno dormido.

Has muerto.

Cayó de bruces tu vida.
Era de noche y a escondidas
entró la muerte en tu corazón
y cuando salió no volvió a ser la misma.
Has muerto.
Pá que vivir más,
si estabas muerto desde hace tiempo.
Pá qué cavar una fosa,
si tú las cavaste todas anónimas
pa qué
repicar campanas
si enmudecieron con los alaridos de tus picanas.
Pa qué.
En los funerales
apenas el enterrador
conteniendo el aliento
apenas él
y un cortejo de larvas.
apenas ellas, tú, él.
Y el silencio que revienta.

Elegías inclementes

No hay flores sobre tu tumba,
no hay ciervos heridos, ni cachorros perdidos,
ni mujeres,
ni niños.
Solo estás tú
y tu osamenta,
Solo tú
eyaculando calaveras.

No hay flores sobre tu tumba,
no hay plañideras,
no hay sacerdote,
no hay lápida.
Ni en el aire una brizna de lástima.

Sólo estás tú y tu horrible vida a cuestas,
sólo tú,
bestia entre las bestias,
sólo tú en las tinieblas,
solos tú y la tierra.
Tierra que supura por tenerte entre sus piernas.

A contracielo

Hombres preñados de violencia,
furtivos hombres con la voz hecha combate
que golpean con el puño la palabra.
Hombres que aúllan de placer
en noches criminales,
que desenvainan la furia desde que nacen.
Hombres que restan corazones,
ferruginosos hombres con puñales.
Hombres a medio parir,
hombres donde no cabe el Hombre.

Hombres así,
que mueren despeñados
mientras afuera siempre llueve
y nadie les reza
y nadie les recuerda.

Livia Díaz (México)

Las mujeres de Juárez

También/ ellos piensan/
que no se ha hecho justicia.


Es la tierra testigo de un secreto
de indelegables crímenes
y obseso ha vuelto fugaz en la respuesta,
exigir que confiese de inmediato:
claman las mujeres por las calles,
sin saber que están muertas.
Y van dejando su estela de imborrables
incontenibles, inimaginables llantos
gimiendo mientras pasa el silencio.
Claman las mujeres por las calles
sin saber que están muertas.
El funcionario finge que lo ignora
se le ha caído el pie después del pelo
al que a la aurora, se mira en el espejo
mientras ríe, sonriéndole a la vida
agradecido de distinta suerte
sin pensarlas, de contenido llanto
enamorando, a su paso de muerte
nuestras ansias, por verlas sonriendo
en los rincones, donde no llega
la luz ni las palabras.
Claman las mujeres por las calles,
sin saber que están muertas.
Y eran cien, y doscientas a la noche
trescientas descalabradas tuertas alboradas
de una promesa de muerte inesperada,
y son sus madres, preludio de una espera.
Claman las mujeres por las calles
sin saber que están muertas.
Pueblan las plazas
con distintas autoras sus estelas
en fantasmales espectros, otras tumbas
donde cavan la fosa
de la fe, de la confianza y la esperanza,
y las entierran cada vez más hondo,
muy en lo hondo, ahí donde no pueda,
llegar a rescatarlas la frontera
entre lo posible y lo imposible,
para que nos veamos en el cine
en la red de Internet, en las pantallas,
sin oler ni tocar sin sospechar siquiera
que sus fosas con números y fechas,
están llenas de polvo que no puede
enterrarlas del todo y que se salen
¡y que se salen a espantar!
con su gemir continuo y decidido
hasta que un día desvelen a los criminales,
hasta que un día desnuden a los presidentes,
hasta que acallen a los que en su nombre
reniegan del dolor de nuestras madres.
Que los hundan a todos, que los rompan,
que los dejen al aire y entre el viento
sin sus armas de tromba y de pasquines...
Claman las mujeres por las calles
sin saber que están muertas.
Su fuerza mayor con que comienzan
en latrocinio de confianza a hurgar
el salmo de nuestra conciencia.
Claman las mujeres por las calles
sin saber que están muertas.

Estado de Sitio

I


No eran soldados
y no tenían botas.
No eran policías
y no tenían escudo de protección.
No eran funcionarios públicos
con máscaras antigases.
Son mujeres.

II

Hay atenienses que heredaron hostiles
machetes circunstanciales, y danzan,
convocando a Tláloc para beber sus ojos
secos, de mirarse hermanos en la muerte.
También hay atenienses que cerraron las puertas,
y quisieron salvarse, antes de ser crucificados.
Se cierra también la boca,
hay muchos lobos sueltos esperando su aullido.
También hay atenienses violadas
cada 30 minutos y en noticias,
que las recorren una y otra vez
sobre un asfalto, lleno de vergas
sin memoria.
También hay atenienses ávidos de paz
y concordia.
Y retretes para la incomprensión
esperando ser llenados.
También hay atenienses dolidos
repitiendo la historia
sin poderlo impedir.
Y observadores, camuflados en sombra
atisbando por si encuentran en ella
su circunstancia.
Y hay flores,
emplazando a los cuatro elementos de la tierra
para sobrevivir,
aun en la ausencia de palabras celestiales
también hay uno que dijo:
que las liberen del pecado,
que las disequen,
que las capturen,
no vaya a ser que las visite otra rebelión, y las convierta
en un emblema de paz.

Otoño IV

Ellas son ellas y viven en la calle. Las he visto. Peregrinas,
dueñas del pavimento, el tiempo, su abandono y...


Siete horas después volvió a tejer bufandas
para cada paloma de la plaza. Las llevaban volando
por el pico. Las llevó disfrazadas o arropadas.
Las bufandas de él, quien ese día,
no regresó a dejarle la mañana.
Palomas desveladas en la plaza. En la panza del parque
y en la calle, se llevaron su sueño. Y caminaba,
acaso sorda o ciega, acaso triste. Tejiendo el tiempo
para más bufandas.
Las bufandas de él, las que ese día,
no regresó a dejar por la mañana.
Derecho y al revés de su agonía, hiló Fernanda el tiro
de chimeneas por aves, y emplumadas… se le fueron,
reuniendo los recuerdos:
Bufandas para Juan, que hacía del día,
un regreso a besar en la mañana.
Siete horas después y ya el camino, del pasillo a la banca
y lo vivido, profundamente a oscuras. La mañana
un capricho de otro, que alacena, estibó los recuerdos...
Bufandas del deseo, que extinguido,
tiñe trazos ausentes, de mañana.

Teresa Fornaris (Cuba)

Xilet y el lobo

Xilet cruza la mancha
El hueco silencioso y claro en otras gargantas
Sus hermanas fueron ahogadas por las piernas
y los peces
que mordisquearon sus vaginas hasta el hueso de la pelvis
No hubo gritos
ni aves de extensos cuellos
que volaran hasta el paraíso que cuelga
en la pared del cuarto
Xilet escucha
Señala con su dedo pequeño:
el almácigo
la güira
el flamboyán
Alguna vez entre ellos se tendió la hamaca y la cuerda
y volaron juntos el doble de dos
que era como decir uno solo
La madre fuera
Cargando con su miedo de hojarasca
Mirando el brillo en Xilet
En sus hermanas
Mirando el diente
Dejándose matar
por un pelo del lobo.

Sacando la mano o preguntando

No hay recetas para la contundencia
Decir callo o camino
no será igual a explicar
espero callada en una esquina la botella
botella: cubanismo
dos ruedas al menos
al menos un espacio
y un conductor masculino
—para mi caso—
El intento tampoco será contundente
ni habrá receta alguna
pero tendrá sus reglas
reglas: nada de sangramientos o dolores de cabeza
pregunta genérica
amable
rostro de qué bien si te lleva
pero si te deja ya vendrá otro
El salto al interior es instantáneo
El pensamiento queda
para quien espera por el próximo cambio.

Los que no llevan bolsas también son diferentes

Cuando llevas una bolsa eres diferente
no de cuero o tejida
sino de tu propio material
y del material que dejaste entrar en tu vagina
Siempre te miran diferente
unos admiran tu limitación
otros te compadecen
otros
en cambio
te borran por completo de todo registro de género
Las que llevan bolsas también te diferencian
ya pasamos por eso
no dicen nada pero forman su clan
y cuentan sus historias con sapiencia
En realidad
los que no llevan bolsas
también son diferentes.

 

Hembras de madera y metal
caen en tus fuentes
Te agachas frente a los bancos
para recoger inciertos papelitos
o te colocas un pequeño espejo en los zapatos
Amoldas tu conducta a los colores del pubis que descubres
te ves limpio
con tus zapatos espejados
y tu cara de ingenuo cazador de papeles
Pero es el banco el que te muestra un pubis recto
alargado como columna griega
efebo de las noches
que no descubres en el silencio del que miras
Te vas otra vez
luego de jadear tu historia en una oscuridad ocasional
y piensas
Siempre aparece un parque
siempre habrá hembras de madera
y metal.

Cuando el color hace la diferencia

Trazos a discreción sobre la piel
pequeños cortes en la tapicería
mimbre
algunos verdes
El sonido y la devolución
de la piedra en el agua
El hueso tembloroso
equivocado en el grito
la sobriedad del alimento
necesidad del mimbre
otros verdes
Vivir detrás del muro
será la diferencia
anteponerse a la salida:
filo de ver sin dedos ni papel
nada a lo que apegarse
Un absurdo invento de neuronas
y descargas eléctricas
Somos el falso adorno
Mimbre
Ningún verde.

A propósito del Fast Track

Mientras mi novio observa
un par de muchachas/muchachos
jugar track
yo leo unos versos de Curbelo
y espero la hora del atardecer
Tomamos algunas cervezas
a las que les falta una mujer con mi nombre
y apellido brasilero
Se ha ido
—nos decimos—
bebemos otro sorbo
y nos acompañamos de otras cosas
Nuestros vecinos apuestan
por la homosexualidad de las muchachas
Nosotros
hablamos de una feria en otro sitio
de la poca falta que hace un libro
pero tener un libro más
nos encadena
adosa palabras al nombre
que ponemos en las plicas
—un renglón más—
y luego quedamos
para averiguar si a los jurados
gustarán nuestros textos
Esta manía de encantarle a todos
El poeta es en sí
sin sus jurados
ni sus libros
El poeta es el ser
que observa a una muchacha/muchacho
no en su erotismo fisiológico
sino en la simple violación de la mentira.

 

Cómo es posible una palabra
en la materia viva
—átomos unidos—
otras fuerzas
moviéndose en la nada de la creación
un elemento
para crecer cancerosa(mente)
en la diferencia
Cómo habitará el soplo
la dureza del hueso
del músculo incipiente
roce eléctrico conformando imágenes
devenido en otras sustancias
otros átomos vacíos

Cómo aprenderá el susto
el miedo a la oscuridad
temblor que no es de sangre
golpeada duramente por otro músculo voraz
sino recuerdo primario del olor de la muerte
Cómo será distinta esta carne
de la que exponen
cada día
en el mercado.

Leda García Pérez (Costa Rica)

Desolada

Hoy le hablo a la pared
y al cuadro de las flores
que mira mi tristeza y la comparte
y al rostro que no existe
y al hijo que se fue
y extraño tanto
y al dolor de ser sombra
y al temor de olvidar que no lo fui.
Hoy me amanecen miedos
en la cama silente
y sus voces persiguen
mis insomnios
y el corazón galopa
en la certeza de saberse perdido
y me traiciona
con su golpe final.
Hoy supe que vivir
fue un juego temporal
en el que todos pierden.
Tendré que envejecer
con mis fantasmas.

La muerte no responde, está en camino.

O todo o nada

En el ir y venir de las tormentas
hay un instante,
uno solo,
en el que el viento y yo
somos lo mismo.

En esa comunión hay sacrilegio,
cuerpos trenzando
los instintos
en el celo animal
de sus infiernos diarios
porque un reloj delata
los minutos de trigo
que nunca serán pan.
La culpa cotidiana
se arrodilla en la cama
y me castiga.
No volveré a ser sombra
me repito.
No volveré a ser sombra…

Prefiero ser la amante
de un hombre que no existe.

La vida es como yo, o todo o nada.

La muerte prevista

Alguien buscó una vez el agua oculta
en las lejanas piedras del milagro
que nadie vio nacer.
Recorrió nuestra tierra
y llegó tarde.
La muerte innecesaria
cabalgaba en sus gotas pregoneras
y la selva vestida de cemento
elevó su trofeo criminal.
Nadie vivió para aplaudirle.

Vigilia por el agua

Tengo la sed del caminante
que recorre la tierra y se desmaya
cuando busca en la patria de los sueños
el agua necesaria.
Cada gota se agota
en el recuerdo del río que envejece
sin milagros peinándose en las piedras.
No hay tesoros de líquidos placeres
escondidos en cuevas de bonanza
para saciar de verde el horizonte.
La muerte nos vigila
con su aridez de playa ausente,
yo escapo de su ira y me detengo
para beber la última esperanza.

Monólogo de la patria

Reclamo mis herencias
porque me duelen piedras y ventiscas,
porque en el pan que falta cada día,
un niño eternizado
intenta borrar inútilmente
la sonrisa del hambre
y se lastima.
Los rezos se agotaron
y las migas...
Por eso reclamo las lunas
que se fueron
y el aire dominante
de montaña coqueta
que prefiere el sombrero de la tarde
para olvidar que el verde
tiene sombras.
Hurgo despierta
en los escombros
de la que fue mi casa,
tu casa,
recojo la semilla
desgranada de soles
y la esparzo en los campos
mientras la lluvia
aplaude
por tanta penitencia
y nos perdona.
Mi casa,
tu casa,
palidece de verdes
en el ojo sencillo
del labriego
que encorva en sus secretos
la mirada naciente.
Qué verdes sus pupilas
cuando la luz
invade su esperanza
con un hijo de soles
en la entraña.
Qué verdes!
Por eso en mis reclamos
lagrimeo por los verdes
que murieron
y exijo nuevos verdes
en la montaña herida
y muchos panes diarios
en la boca de todos
y exijo que regresen las lunas
incendiarias
para salvar mi casa,
tu casa.
Por eso me rebelo
contra los innombrables
que se roban lo nuestro.
Desde el hogar incierto,
un niño eternizado
espera su milagro
y una niña de verdes latitudes
le regala su pan.
Mi casa,
tu casa,
nuestra casa,
se redime y camina

Ximena Gautier Greve (Francia)

Las horas del mal

Los hechos que trata este poema, son reales y han sido publicados por los media del mundo entero. Desgraciadamente, el gobierno no acepta parlamentar con los indígenas. El Sur de Chile y de Argentina sufren una invasión de capitales transnacionales. Los españoles destacan en la apropiación del agua. Noruegos y americanos prosperan con la anuencia de terratenientes locales. Los indios no tienen nada que esperar de estas implantaciones industriales pesadas. La muerte de los cisnes blancos de cuello negro del Santuario de la Naturaleza (Valdivia), se debió a la polución industrial del río Las Cruces, que alimenta el humedal y el lago. Otras catástrofes ecológicas afectan a los mapuche del Cono Sur.

En estos días
el sufrimiento es el reloj del tiempo.
Los caídos marcan el paso de las horas
maltratos y enfermedades hacen cuenta larga,
la hambruna siempre adelante.
Una condena cultural persistente
guía esta sangre chilena, enemiga
despiadada de sus orígenes
a través de los siglos.
Por la mañana el hambre aprieta, asedio
de gendarmes y balacera mueven la tarde,
a medianoche allanamientos, destrozo
de útiles y enseres, detenciones inhumanas,
interrogatorios, torturas, montajes,
ley anti-terrorista, condenas injustas.
El segundero avanza sobre los derechos
naturales que ahora son delitos: protestar,
defender techo, familia, clamar hambre,
para el estado chileno es terrorismo.
Alex Lemún (1), Matías Catrileo (2),Florencio
Marileo (3), Chepa Troncoso (4), Juan Millalén (5),
y todos los prisioneros políticos por causa indígena
son los territorios vivos de Chile.
Son los weichafe (6), el puntal del Sur
fuego vivo que no da ceniza.
Pasan las horas sobre el suelo
quemado con ácidos.
No se oye un trino. Las avecillas
comieron bayas marchitas y los zorrillos,
conejos hinchados de ponzoña.
Perecen las águilas, los pumas
y los seres humanos de la tierra (7).
Toda la cadena alimentaria envenenada.
Imposible plantar: todo seca y si crece, mata.
En los paisajes del agua, el agua no se bebe.
Ductos y vertederos contaminan napas y pozos.
Ríos y lagos reciben residuos industriales.

¡Vengan a examinar los niños enfermos!

¡Vengan a contar los peces boqueando!
¡Los rápidos envenenados arrastrándolos
por miles hacia estuarios y deltas!

¡Vengan a oír el canto de los cisnes! (8)
¡Vengan a ver como se desploman
sus largos cuellos negros
cuando expiran por cientos de cientos!

Criminal productividad. Rendimiento máximo.
Que la naturaleza y sus hombres mueran, no importa.

Pero al mismo tiempo que ocurren
estos crímenes en los territorios indígenas,
allá, en los rascacielos de Santiago o Nueva York
levantan la pierna, la nariz y el codo
algunos esclavos sexuales frente
a los tigres chilenos (9), americanos y extranjeros
de portafolios, banca y bolsa. Corre el whisky
el dólar, la droga, los negocios, la intriga
alguna cueca (10) aséptica fingiendo sabor local
y las carcajadas omnipotentes alimentándose
de los millones de millones saqueados
de la vida de campos, animales y hombres:

El dinero del mal va contra la vida.

Contra la vida va.
Contra la vida va.
Contra la vida, él va.



____________________________
Glosario:
(1) Alex Lemun, estudiante universitario asesinado por la policía en el año 2002 durante una manifestación indígena. /
(2) Matias Katrileo, estudiante universitario asesinado en Enero del 2008 por gendarmes durante una tentativa de recuperación de tierras indígenas./
(3) Florencio Marileo, prisionero político mapuche condenado con la ley anti-terrorista. Sostuvo una larga huelga de hambre. /
(4) Chepa (Patricia) Troncoso, prisionera política condenada con la ley anti-terrorista. Acaba de salir de una huelga de hambre de 112 días. La indiferencia del gobierno Bachelet ha sido chocante en los medios internacionales./
(5) Juan Millalen, prisionero político mapuche. Huelguista del hambre./
(6) Weichafe, guerrero, héroe (en mapudungun)./
(7) Textualmente: mapu, tierra y che, gente (en mapudungun)./
(8) Los cisnes solo cantan una vez, al momento de morir. La muerte de los cisnes del Santuario de la Naturaleza, clasificado por Naciones Unidas, es una catástrofe ecológica, provocada por los residuos industriales vaciados en el Río Las Cruces que alimenta el lago de los cisnes./
(9) La aceleración de la economía emergente de Chile aprecia el epíteto “Tigre del Cono Sur” para ilustrar sus éxitos. Antes gorilas, ahora tigres. ¡Qué fauna! /
(10) la Cueca es la danza nacional de Chile.

Copyright 2008 Ximena Gautier Greve. Es Propiedad. Todos los derechos reservados.

Milagro Haack (Venezuela)

S / P

"Detrás del nombre hay lo que no se nombra;
hoy he sentido gravitar su sombra”
Jorge Luis Borges


Un grano
alimenta el Girasol
por este silvestre día que me queda de vida

-Es tiempo de retirada por su velado augurio-

Un grano
alimenta a Saturno
por este líquido día que me queda de vida

-Es tiempo de salir de la herida agua por su oscuro remolino de voces-

Un grano
alimenta un Zafiro
por este orillo día que me queda de vida

-Es tiempo de ver su brillo, por el esconde su mirada en el pantano-

Un grano
alimenta el Alma
por este árbol día que me queda de vida

-Es tiempo de guardar lo callado
detrás de las puertas del postrero infinito
dando con el dictamen
lo blanco en piedra con oportuna flor-

Un grano
llena el Vacío
-aunque corto sea el aliento-
por este urbano día que me queda de vida

Su Palabra
Surge Vibrante Paciencia.

P / C

Por coserle
el cuello a una hoja
seduciendo la malla del viento
rodeando sólo el olor del jazmín

-Es tierra seca pero la piara busca el pasto-

Ellos

quemaron la mar
sola
por mi calle
y sólo les bastó clavar
un ojal por espantapájaros

dios
los escoltó

por recoserme
al escote que va hacia el pasto

C / U

Como el cielo derrama sus flores por la tierra,
vierto dentro de mi cáliz negro un vino color de rubí.
Omar Khayyam


Demasiado oscuro
el paso por la calle sin la iguana
preñada de piedras
para el viernes santo

Demasiado negro
cuando me labia
tu largo paseo con un café
todavía en la mano

Demasiado azabache
junto al rito cayendo por comparo
frío

solo
ayuno de marzo

sopla

Silencia
Brasa

M / C

“La palabra se escucha
entra, se queda, se va
¿Acantilado de vida, existencia, muerte?
Elizabeth Schön


Aguarda
el día no termina con un adiós en la mano izquierda

Indico
el Norte,
indico las coordenadas
por un silencio no de alma
mientras charlo con el Cosmos
anunciándote lo que corona

dice
dialoga con lo inesperado
no violes de lo bueno de la cúpula
abriéndote el infinito al mirarte en el espejo del otro

- los árboles verdaderos no dejan de ver su bosque-

Aquello del otro lado
muerde la mano del pan dado desde el inicio
mientras alcanzo lo callado en lo índigo
femenino
y
me aproximo a la belleza generosa de lo sencillo
del arenal que has talado pisando sólo el laberinto
gestando saga

- los árboles verdaderos no dejan de ver su bosque-

Comprendo.

N / C

El aire
dentro de este pronto

sólo

lo puedo acumular
por su giroscopio pensamiento
rijoso
encarando lo acuático a punto de caer
braceando con sus ojos
columpio ramaje piel
espejo

Lo demás
dios
es cáscara para el vacío.

R/N

“Don't give up
Because you want to be heard
If silence keeps you
I...I will break it for you”


Se reserva el muro del recuerdo

Escucha tu voz

-Eres dios y dios no llora
dios ama y no se oxida
aunque viva en espacios abrochando al silencio
mientras los tiempos son su imagen y semejanza
protegidos por ti, de mi-

Recuerda, él,
está
Allí
detrás de cualquier tragaluz
viéndote danzar
cuando
Cubres el muro del recuerdo
pensando en lo tornadizo de lo inmortal
en la queja de tierras cayendo por falta de pan
para llegar con la noche esa lágrima movediza
dando vuelta a la flor que en luna te deja,
donde ni tu, ni yo

Olvida la hierática penitencia

apareando
la sombra, lo oscuro, lo reprimido en su naturaleza

Atrayéndote –me- entresijo

Del libro inédito: Oratorio caracol en silencio

Carmen Julia Holguín (México)

Dios te salve María

I
Dios te salve, María,
de la noche infinita,
del silencio asfixiante,
de la palabra ultrajada.

Dios te salve, María,
del miedo de los otros,
de la negligencia de algunos,
de la indiferencia de tantos.

Dios te salve, María,
de la oración que no se reza,
de la acción que no se hace,
de la protesta que se calla.

Dios te salve, María,
de mi ausencia,
de nuestra distancia,
de su presencia.

II
Dios te salve, María,
y te libre de desgracias.
Mi corazón está contigo;
bendita tú eres,
como todas las mujeres,
y bendito es tu vientre,
con fruto o sin él.

III
Dios te salve, María,
incluso
de tus mismos salvadores.

Plegaria

Me arrebataron mi nombre en el desierto,
Juan;
garras de odio me lo quitaron a jirones
y lo arrojaron entre los médanos congelados
de una noche sin luna.

Me lo hicieron pedazos
en medio de un silencio de siglos,
de horas infinitas
cargadas de dolor y humillación
ante cada sílaba ensangrentada
que se perdía en aquella oscuridad maldita.

No pude defenderlo,
Juan;
maniataron mi aliento,
vendaron mi corazón,
amordazaron mis manos y mis piernas
y me lo arrancaron de a poquito,
disfrutando el despojo.

Cuando el sol despertó entre las dunas,
me encontré sin nombre
y empecé a sentir un frío
que me abrazaba los huesos
y que no me deja incluso ahora,
a pesar de esta sábana blanca
que cubre los restos
de mi carne desorientada.

Estoy muy sola sin mi nombre,
Juan;
durante días han desfilado
frente a mi rostro de cuencas vacías
mi padre y mi madre
y no han podido llamarme hija,
mis hermanos
y no han podido llamarme hermana,
mis hijos
y no han podido llamarme madre
porque no tengo nombre.

Tengo miedo del silencio eterno,
Juan;
de que nadie pueda
volver a pronunciar mi nombre
desbaratado sobre la arena
que ahogó mi sueños.

Sálvame, Juan.
Nómbrame Ana, Luisa, Rosario,
Yolanda.

Bautízame, Juan.
Llámame Clara, Rebeca,
Lucía.

Ayúdame a decir presente
cuando Dios llame a todos sus hijos
por su nombre.

Recomenzar

El escritor observó complacido
la sangre que se deslizaba
del cuerpo inerte del protagonista
y que corría por al menos diez páginas
seguidas
de su última novela.

En un descanso de su labor
con el ábaco de las palabras,
se sentó a mirar las noticias:
ciento cincuenta muertos
en un sorpresivo ataque suicida
en la zona del conflicto.

El autor empezó a llorar
inconteniblemente,
heridas sus pupilas inocentes
con las niñas de otros ojos
insomnes para toda la muerte.

Así estuvo por varios días
hasta que volvió a aquel pueblo de papel
y arrojó entre las letras púrpura
toda la sal de sus lágrimas
para que nadie resbalara con el hilo rojo
que trazaba la línea perdida de la vida.

Dulce ya la lluvia que resbalaba por sus mejillas,
la tomó en el cuenco de sus manos,
abrevó en ella la sed
que lo estaba consumiendo
y recomenzó la historia.

Acto de compasión

Primero,
en nombre de la paz
invadieron su país,
bombardearon su pueblo,
destruyeron su casa,
y en innumerables fragmentos
le arrancaron toda posibilidad
de sostener una pelota,
un cuaderno,
una mano prójima
con la carne de su carne.

Después,
en nombre de su infinita compasión,
los libertadores le regalaron
—cámaras de televisión
atestiguaron el emotivo momento—
dos hermosos
brillantes
fuertes
y perfectos
brazos
de plástico.

Ana Maria Intili (Perú)

Hypatia

y
no tuvieron piedad
eras mujer luz
libertad
te rodearon
embistieron el carruaje
bociferando

filudas conchas de mar
mar que te vio nacer

arrancaron tu carne
lo que pudieron
quemando
los trozos finales

como a Juana
como a Micaela
como a tantas

en las casas de Alejandría
la historia / calla de ti

sólo
una flor te evoca

Voy a tu encuentro

Voy a tu encuentro Gabriela
allí donde estés

con tus manos llenas
de nubes blancas
palomas niñas

allí donde estés

en Perú
Argentina o México

desde las alturas de Machu Pichu
en las cataratas del Iguazú
sobrevuelas Chichen Itzá

fabulando con las mujeres
indios
mestizos

hijas
hijos de la tierra

allí donde estés
con tu traje blanco
y tu palabra

hoy eres tú / América.

Niños de Irak

Soñé contigo
descubrí la mirada
entretejida en llamas

hundía mis manos en el barro
sabor amargo/pólvora

mi piel
curtida por el viento
y
la verdad perdida
en la tierra
sangre derramada

no hay quién llore
mientras
los niños juegan
con la tristeza
con el pan que no llega

el sol esconde su brillo

y tú Señor
¡¡callas!!

Herida de ti

herida de ti
el tiempo rasga tu cuerpo

de tus manos brotan
mil rostros / pasea tu piel
herida por mil navajas

cuánto frío
cúanto amor huérfano de ti
ofrecido
Frida
hablan tus pinceles
en azul de Coyoacán
América y el mundo

cuerpo fracturado
en la silla
la ternura
atrapada en las ventanas

ahora el corsette
que no habitas / habla de ti
memoria donde
te guardamos

la noche es un pájaro
quemado

Y

a Cristina Valcke

te pusieron en una alforja
con huesos ojos y dientes

y no podías ver
a tu madre
bajo el naranjo de la escuela

y te cambiaron la sangre
y el nombre
y te dieron nueva vida
la que no habías pedido

y te llevaron a otra tierra
que olía diferente
donde las uvas no eran uvas
y el durazno no era durazno

y te pusieron una sonrisa en los labios
para que la usaras
los domingos o los martes

y te dijeron que no escribieras

por eso hoy
eres poeta.

Lía Hadzopoulou Karavía (Grecia)

Te tengo no te tengo

Te tengo no te tengo
te poseo no te poseo
te veo en sueños
sobre popas de naves que van partiendo
me tiendes tus manos
eres no eres aquél que me llama
te espero no te espero
tú llegas siempre imprevisto
me guías en una habitación obscura
donde con una serie de metamorfosis
tú te pones agua, fuego, aire, dragón y paloma
con mi voz tú recitas poemas
que yo misma podría, desearía o tendría que escribir
y pues tú te duermes en mis brazos
y me quedo y no me quedo sola.

Por fin

Sin pasión, por consiguiente sin anhelo.
Sin anhelo, por consiguiente sin angustia.
Sin angustia, por consiguiente sin lamento.
Por fin la vida llega a ser fácil. Pero también sin poesía.
Y la vida llega a ser sombra de vida ya.

Estrangulador de pájaros

Sus dedos largos
propios para trabajar el esmalte y el marfil
para sacar palomas del fondo de los sombreros
para copiar papiros en monasterios
para agitar la batuta
enfrente de una orquestra
o simplemente para tocar tiernamente.
Pero él
quería ser
estrangulador de pájaros.

Yo soy dos mujeres (Doble ambiente)

Yo soy dos mujeres.
Una habita la casa de su infancia
cuida los jarros de flores
ajusta los péndulos
alimenta a los niños – sus niños
asiste los primeros pasos de su bebé
los últimos de su abuelo
toma en sus brazos la cabeza cansada de su marido
y él se siente reposado
se siente como el adolescente
que fue el día de su primer encuentro
toca los límites de la inmortalidad y duerme feliz.
Después ella se desliza por la cama
suelta su cabello largo
sus ojos se transforman de estrellas en soles
la otra mujer no ilumina – ella brilla
lee los diarios del mundo
escucha la música de los países
va descalza sobre los campos sobre las florestas
vuela sobre los tejados sobre las fronteras
y visita a su amado prisionero
su amado marinero en alta mar
va de luto por su amado muerto
fusilado, traspasado, ahorcado
tiene también el tiempo para hacer cosas en su lugar
montar barricadas
mecer los huérfanos cantándoles en diversas lenguas
omnisciente por amor y por éxtasis
pero siempre retorna antes de la aurora
tira su túnica de magia
recoge sus cabellos, se inclina sobre la cama
toca la frente serena de su marido
y le prepara el café de la mañana
antes de despertar al resto de la familia.

Hay que inventar de nuevo las palabras

(A Berta Alicia Cantú de México)

Hay que inventar de nuevo las palabras.
Las que existen son olvidadas
o no bastan
sobre todo cuando un amor inesperado viene
sorprendente como cada amor
no bastan aún para lo cotidiano
penas y alegrías, la ternura, el sueño, la muerte.
Hay que inventar de nuevo las palabras
Para hacer el cotidiano más real
Inventarlas para hacerlas verdades.

Matricida

No. No como Orestes.
Sin el pretexto de ser un forastero
oriundo de Davlis de Fókida.
Declarando que nació aquí
que se crió aquí
y, sin embargo, un extraño que se dirige a una extraña
un desconocido a una desconocida.
Un matricida virtuoso
porque otros asesinan al padre por el trono
al hermano por los derechos a la herencia
- lejos de él tales pensamientos -
virtuoso porque él asesina en nombre de su virtud
tal vez aún en el del clero
y encontrará - ya ha encontrado - testigos para defenderlo
Apolo y algunos otros
con inamovibles argumentos
No es madre la mujer así llamada por parir a un hijo
la así llamada madre simplemente hospedó la semilla en sus entrañas
extraña a un extraño.
Un matricida, más aún, sin hierro
sólo con palabras de hierro, la más heladas.
No como Orestes.

¡Mira qué momento!

Mira qué momento!
Ahora que se colmaron de aromas los senos de las jóvenes,
ahora que se han fortalecido los brazos de los jóvenes,
¡mira qué momento eligió!
Ahora que esbozaron una sonrisa los labios de las jóvenes,
ahora que brillaron los ojos de los jóvenes,
¡mira qué momento!
Y se extienden para recibir todas las manos de las jóvenes,
pesadas se aceleran las respiraciones de los jóvenes,
¡mira qué momento eligió!
Y yo
sola debo quedar

Trad. Marta Silvia Dios Sanz
“Poetisas Griegas contemporáneas”, Centro de Estudios Griegos, Bizantinos y Neohelénicos, Universidad de Chile, 2006

Gladys Mendía (Venezuela)

Poemas del libro inédito Luces de Peligro

*

la voz mosaico la voz fragmentada la voz muchas voces capas de voces estremecimiento lo cotidiano lo exótico lo corriente lo exquisito la voz inquieta la voz fuerza la voz queja nuestra voz impura ramificada en tantas voces por necesidad biológica por adaptación por lógica por tanteo por propuesta por entusiasmo sin teorías con archivos temporales muriendo juntos por la misma bala sin homogeneidad voces que llaman a lo fértil sin padre voces de circunstancias descriptivas arbitrarias elocuentes logran su no finalidad voces al extremo voces que suben de espaldas al cielo de la tierra

*

el alma lleva las luces de peligro parpadeando la triste noche que por segundos se convierte en día la bruma y la arena en una misma orilla postes de cruces eléctricas parpadean sobre el camino las casitas perdidas en el barranco las casitas al borde del barranco el mar que es un plato de huellas brumosas detrás de las matas de plátano los maizales los mangos la poesía que no tengo y busco en todo los diminutos soles en el túnel por donde va el tren he visto los granos de arena arder en el asfalto los pies descalzos de los niños arder en el asfalto sus ojos de hambre y preguntas sus manitos y mejillas envejecidas al ver la vida correr sin ellos la escuela sin ellos la mesa servida sin ellos la madrecita buscando cobijo en la esperanza cuidando el niño ajeno al otro lado de la ciudad

*

nuestros mundos son las voces hablan tan fuerte que es imposible no escucharlas nuestra diversidad asusta causa piquiña nerviosa en los poderosos quieren que seamos una masa que hablemos en cristiano que escribamos en cristiano las voces guaraníes son una amenaza al neoliberalismo las voces mapuches son bombas a punto de explotar las voces mayas son un acto de subversión las voces wayuu son disparos al sistema las voces quechua son misiles explotando las instituciones corruptas nuestra diversidad es un atentado camino por las calles de latinoamérica y los arquitectos los ingenieros los abogados los médicos han hecho un excelente trabajo masificados todos uniformados todos anestesiados todos cosificados en el tránsito siguiendo la señalética acelerando en las autopistas estrellados sin luz soñando con la desobediencia

Waldina Mejía Medina (Honduras)

El fin

Mi corazón al fin está tranquilo,
mi corazón, que tanto dio pelea,
está tranquilo al fin, ya no reclama,
cuando el horror del mundo lo doblega.

No denuncia injusticias; si al filo
del abismo, lo indebido lo tienta,
su prístina nobleza se descama
y muere en su atroz indiferencia.

No exige para el débil paz y amor
y ni reclama que el corrupto troca
el mundo –que es de todos– en su feudo.

Ya ni la Verdad ama. Sin rubor
deja pasar la luz que lo convoca.
Aléjense de él: ¡Apesta a muerto!

La muerte verdadera

Endurecí mis ojos para que ya no vieran
más pobreza
acallé mis oídos para que ya no oyera
más dolor
mutilé mi esperanza para que ya no hablara
más Justicia
emparedé mi alma para que ya no amara
la Verdad
y cuando así maté lo más hermoso
me hice duro caucho
que no sonrió, no amó, ni siquiera lloró
mi propia muerte
porque la merecía
para siempre.

Olor

"Hombres que me sirvieron de verano..."
Carilda Oliver Labra


Hombres que me sirvieron de morada:
el que siempre soñé, o me soñó,
uno que tuvo todo y me dio nada
quien me dijo que no, o le dije no.

Él, que para negarme, me quería;
aquél, que todavía me reclama;
ése, que de tan suya, me hizo mía;
éste, que amo hoy y que hoy me ama.

Todos son míos y yo soy de todos
pues los gocé y sufrí, y aunque no quiera
su esencia está en mi alma entretejida.

Gracias a Ustedes, de distintos modos,
crecí en dolor y amor y cuando muera,
he de llevar, este Olor a Vida.

Compañeros

A los elegidos por sí mismos
que siguieron luchando aunque temieron
que fueron perseguidos
acechados
atrapados
desgajados
dispersados molécula a molécula
diluidos;
que vuelven cada día con el aire
que nos execran el vergonzoso miedo
que nos insultan
que nos enseñan
que nos levantan
que nos dan la gota de ira que faltaba
que nos llenan el pecho.

Cuando sabemos

Cuando sabemos
que cerca y lejos
una mujer, un niño, una persona
está muriendo de hambre
de bomba, de metralla,
cuando alguien desgarra lentamente a un ser humano
cuando alguien muere de una enfermedad que pudo
ser curable
cuando alguien es asesinado porque pescaba en propiedad
privada
cuando en las vueltas de la esquina un niño va feliz
por la droga que obtuvo
cuando los fondos del Estado se quedan en los bolsillos
de unos pocos
cuando los bosques mueren quemados, vendidos, regalados,
cuando una por una las especies de la Vida se extinguen
cuando mis manos están pequeñas e impotentes
cuando mis manos no existen
cuando mi voz no existe
cuando mi puño no existe
entonces nada soy
pues nada estoy luchando
contra los asesinos.

Patria

Aquí tenemos el corazón sellado a miedo y lodo.
Con el helado espanto de res en matadero
vemos cómo mutilan a la patria
y asesinan sus sueños
desde siempre
hijo mío, desde siempre
esta hilacha de patria que queremos
porque nos engendró el barro de su dolor
es la cosecha diaria del bandido
y en las aguas sangrientas del dinero
mueren de hambre los hijos de los hombres
y pululan en paz los asesinos.

Pequeño mío,
pájaro florecido del dolor,
cuando a usted le toque ser un hombre
¿cómo será la patria?
¿hoguera enardecida, fuego fatuo?
¿será mejor Usted
de lo que nosotros hemos sido?

María Julia Mólico (Portugal)

Livre Voar

Galopando por deserto escaldante
num dromedário, como corcel
cavalgando no meio dum vergel,
sinto a quentura do Sol amante

À minha volta areias ondulantes
pelo calor, brilham como um mar
ofuscando meus olhos que, a chorar,
procuram oásis inebriantes

E num voar livre e mais veloz,
rosto coberto por diáfano manto,
escondo no seio o amargo pranto
onde quero afundar minha voz

Sem-abrigo

Todos os dias te vejo
sentado à minha porta,
orgulho na face morta,
olhos tristes, sem lampejo

Contigo trazes os bens
que restaram do caminho
percorrido sem carinho...
cálice que tragado tens!...

Não existindo emoção
no olhar que te perscruto,
só vejo dias de luto
no pulsar do coração

A vida, quebrando os laços
da memória da tu'alma,
traz na noite doce, calma,
morte santa nos seus braços

Aquela mãe...

Vejo aquela mãe no Sudão,
olhar triste, moribundo,
já só olha outro mundo
deixando este que é «cão»

Enlaça com todo o amor
o filho sem alimento
que já não lança um lamento,
a vida foge sem dor...

Mãe coragem...! Será mesmo?...
Não lhe deram opção:
deitada no catre-chão
pr'onde a lançaram a esmo...

Uns com tanto, outros sem nada...
Onde iremos nós parar?
Porque é que a palavra amar
anda esquecida, apartada?

Naquele rosto bem sofrido
já só os olhos existem,
querem lembrar que persistem
pr'além do tempo vivido...

Mulher

É um corre que corre
de casa para o trabalho,
do trabalho para casa,
passando p’lo infantário.
Chega a casa, o jantar,
e mais o banho do filho,
-lava os dentes, não te esqueças,
faz o trabalho de casa-
ao mais velho faz notar.
Sobe, sobe, na varanda,
lava a roupa, estende a roupa,
passa a ferro com cuidado
a roupa do seu marido
que, apesar do alarido,
continua a ser amado.
Lava a loiça, o talher,
guarda a roupa no armário,
chega o seu homem a casa,
bêbedo de cair no chão,
dá «sopapos» aos miúdos,
ao mais velho um «safanão»
e à mulher uma tareia
por não lhe aquecer a ceia.
Cansada, vai-se deitar;
espreguiça-se, cautelosa,
com medo de o acordar.

Meninos

Meninos que correm, brincam,
lançam o seu pião…
voa, saltando da mão,
rolando co’ a morte que fintam

Saltitam por entre escombros,
escondendo em esgotos escuros
seus pensamentos obscuros,
tontos, cheios de assombros…

Noites de devastidão,
em que sentem o pavor;
nem mesmo o seu «senhor»
lhes acalma o coração…

Dias melhores, esperas em vão,
sem doenças, sofrimentos,
sem gritos e sem lamentos…
tendo todos o seu pão…

Meninos sem alegria
sonham castelos de luar,
nocturnos… de encantar…
levados co’o nascer do dia

Jeannette Montoya (Suecia)

río, río
devolvedme el amor mío


Octubre llegó y con él la primavera
los muertos remplazaron las flores
la sangre el sudor de la trabajadora
el miedo remplazó al sol.
Santiago recoge enmudecido
claveles destrozados,
desarraigadas rositas y azucenas
Santiago desespera enmudecido
busca y no encuentra.
no encuentra clavelinas, margaritas, ni a la flor de la canela
Sin azul, sin violetas para ti
Sin azul, sin ti llego noviembre.
Desespero, busco y no encuentro
Camino, pierdo la noción del tiempo y desaparezco un rato contigo
Me devuelvo, llego, deshojo un rojo manzanillón
te espero.
y tu río te reclamó
y te dormiste en el
Mapocho, vena de Santiago desangrado
silencioso, correntoso, hediondo y peligroso
arrasa con pétalos y vacas
con hojas, con mierda, con los sesos y los huesos de mi muerto .

Resistencia

y el arco iris sin su azul
y el útero de duelo
y la semilla desterrada
y en que capitulo de la matanza sobrevivió el alma
para memorizar mujer tu mirada desaparecida.
en que centímetro del hueso destrozado sobrevivió la medula,
generosa en tus cuencas apagadas.
Y las criaturas lloran
En que tono del grito amordazado sobrevivo, palabra
denuncia, agonía, eco, eco de tu sangre, de tu carne asechada.
en que rincón del pecho ultrajado sobrevivo, sabia materna.
Y las criaturas se reproducen
En que palmo de la violada selva sobrevivió la raíz de tu fructífero beso.
En que capítulo del cuento la caperucita se convirtió en esa mujer morena ,
esa mujer grande con el fierro en la espalda.
en que recoveco del camino la bala del cazador de sueños, se convirtió en bumerang
y las manzanas del canasto en miguelitos..
y las criaturas luchan
y el arco iris sin su azul
y la mano de mi niña en la mía
y tu útero de duelo
y tus besos en mis párpados
y la sonrisa de mi niño alumbrándolo todo.
y la escarcha sigue siendo la promesa de la semilla.
Y las criaturas no olvidan

Ketrawe

Todo se arraiga en ti
Todos los tonos, todo los azules, toda la luz.
Todas las sombras, todas las promesas, todas las traiciones.
Todas las amenazas, cada golpe Ketrawe
Todo se arraiga en ti
Todas las voces, todas las canciones, todas las plegarias
Todos los gritos
El grito que liberó el dolor
El grito que reventó tu vientre
El grito que perforo la semilla, Ketrawe
Todo se arraiga en ti
Todas las formas, todos los arco iris, todos los espirales
Todas las puertas bloqueadas
Todas las ventanas borradas
Todos los pensamientos,
Los míos, los tuyos, los nuestros
Todas las vidas, todas las muertes, todos los muros.
Muros blancos, muros vacíos, invisibles, muros, muros
Todo se arraiga en ti
Tan hermosa, salvaje, fructífera
Toda soy yo en ti, Ketrawe

Balada urgente e insurgente

Desarráigame desármame desarticúlame
desgárrame los pechos, el sexo, la razón y los huesos
Dóblame disminúyeme bótame
Disgrégame en el centro de tu locura violenta.
Bórrame dilúyeme neutralízame
has de mi palabra un rastro de ceniza,
de mi fuego un destello falso, un amago.
de mi voluntad una tormenta ofendida
Interrúmpeme retrásame
déjame un buen rato suspendida en el tintero. pónme en pausa, admírame inerte.
Desaprueba mis sueños, róbales la voz
Ahógalos destrózalos desáhucialos
Una gota más
una gota más
rebálsame una gota más
mátame hasta tu último respiro
¡y yo, yo me hago la muerta!

Más de once

11 de septiembre
Once oligarcas guinkas
Once mercenarios extranjeros
Once turbas violentas
Once vándalos arremetieron
Más de once...
Once cantutas se marchitaron
en las once occidentales longitudes de tu cielo
Once patujú desaparecieron
de las once orientales latitudes de tu cuerpo.
más de once..
Once veces ladró el perro
Más de once morderá
Once veces atacó invasor
más de once te levantarás
Once veces te llamé
Once veces respondiste
más de once...
y mi corazón de poeta sufre en estos días
palpita, una vez más, grita...
impotente, implacable arremete el espacio carnal,
camina sobre la vieja herida y abre surcos al caudal de mi memoria herida.
Sangra, sangra en el histórico vendaval de mis entrañas indígenas,
Y mi corazón de poeta sufre en estos días
y te lloro. Y te lloro Bolivia
Once veces soy tu hermana, Ketrawe mía, más de once.
Once veces, soy tu hija Pachamama mía, más de once.

Tereza Neumann (Brasil)

Caminho sem pernas e vôo sem asas

Sou poeta,
Caminho sem pernas
E vôo sem asas,
Alegro-me com o abstrato,
Entristeço-me com o concreto,
Escrevo sobre o feio e o bonito,
Sobre mazelas e sobre festas...
O mundo é assim,
É choro e riso,
É sonho e real,
É circo e teatro,
É diferente e é igual.
Sou poeta,
Registro a imagem,
Pinto a tristeza,
Como o outono
Desfolha as árvores.

...sobre as dores do mundo...

Escrevo para dizer o que vejo
Não sou cega, nem sossego,
Escrevo, o que ninguém
Quer escrever.
Vejo o mundo sangrando,
A massa mimosa delirando,
O poder só viajando,
Fechando os olhos pra não ver.
É comovente, é sombrio
A fome no prato vazio,
A miséria sem estio,
Dorme na rua, enfrenta o frio,
Excesso de descaso,
Cresce a miséria
De dez para mil,
Quando isso vai acabar?
A vaidade, a ambição,
Sem alma, sem coração,
Faz o egoísmo sobreviver.
Miséria é mera tolice,
Os poderosos é que dizem,
Fazem questão disso manter.
Pra ter o pobre subserviente,
Só o seu voto fazem valer.
É preciso dar um basta,
Na maldade que maltrata,
De homens insensatos,
Alguns novatos,
Outros a séculos no poder.
A miséria não tem riso,
De tanto chorar,
Secou as lágrimas,
Dizer não é preciso,
É só observar.
Nada vai bem com o pobre
Seu consolo é catar o lixo
Para a vida continuar.

Veneno pra alma

Como é feio
Alguém ser engolido pela droga,
Maconha, crack e coca,
Drogas que fazem morrer.
Pra vê um céu tão bonito,
Não é preciso artifício,
O natural faz valer.
Crianças e jovens tão lindos,
Aqui vai um recado,
O mundo é tão delicado,
Não vale à pena sofrer.
Pense quem ganha com isso,
Quem perde, morrendo é você.
Temos o céu e as estrelas,
O mar, o luar são belezas,
Que qualquer um pode ver.
Reflita, gente bonita,
Coloque no coração:
A liberdade de cara limpa,
É uma grande conquista,
Pra sua alma afeição.
A liberdade de cara suja,
É de quem quer vegetar ou morrer.

A vida sangra

A vida sangra,
Violenta a alma,
A saudade arrebenta,
Invertidos valores, maltratam.
Ah, saudade...
Dos tempos que os valores
Eram outros...
Tudo correto,
Nada era errado.
A vida,
No mundo globalizado,
Coleciona horrores,
Perigo, maldade,
Máxima crueldade.
O tempo sem freio,
Em alta velocidade,
Desfaz os anseios,
De quem vive de bondade.
A tristeza toma conta,
Do estado de horrores.
Os horrores tomam conta,
De falsos valores...

Barulho de silêncio

Balança o berço
Inquieto da terra,
Estanca os ânimos
Dos homens de guerra,
Aplaina a grama
De tanto sofrimento,
Rompa as lágrimas,
Iniba os lamentos...
Para não colidir
Tristeza e contentamento.
Paz, brancura de alma
Sem risco, sem rasgo,
Lampejos de beijos,
Laços de abraços,
Que em mãos sensatas,
Nunca desata.
Paz, barulho de silêncio...

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